La vida de Antonio Traicovich fue tan increíble que es injusto empezar por su muerte. Nacido en Las Cabezas de San Juan, en la provincia de Sevilla, su apellido engaña. Era el de su madre, que tenía ascendencia yugoslava. Su padre había muerto cuando él era solo un bebé y en homenaje a su madre que le crio sola se puso su apellido no una, sino dos veces: Traicovich Traicovich.
Durante casi 80 años, Antonio tuvo ocho hijos y 30 nietos, levantó su propio circo y lo llevó por toda España. Él era el payaso, el equilibrista, escupía fuego por la boca y caminaba sobre cristales. Después fue feriante y también fue afilador de cuchillos. Pero al final fue la música la que se quedó en su camino ,con un trombón y su querido saxofón.
"Tocaba por la calle pasando el platillo", cuenta su hija Ana Traicovich. Luego empezaron a contratarle por algunos pueblos para que actuara en eventos y cumpleaños. "Y ahí le acompañaba mi hermana tocando el piano y cantando", añade su hija.
Hace dos años, Antonio Traicovich se hizo una analítica rutinaria. Se la hacía cada año, pero esta vez una doctora le llamó por teléfono pidiéndole que fuera a verla urgentemente. Le habían detectado leucemia y en poco tiempo empezaron el tratamiento de quimioterapia.
Como si supiera que estaba cerca su final, empezó a regalar sus cosas. Su coche, un acordeón... "El saxofón se lo dio a un cuñado mío", cuenta su hija. Lo que no le dio a nadie es su otro saxofón; una pequeña réplica en miniatura que él mismo compró y que guardaba en su casa desde hacía muchos años. "Le tenía muchísimo cariño", dice Ana.
El 29 de marzo de 2021 Antonio falleció. Lo enterraron en el cementerio de Los Palacios. Sobre su lápida, junto a su nombre y su foto, hay grabada una máquina de afilar cuchillos. Pero este año, el día de Todos los Santos, su familia decidió colocar otro recuerdo en su nicho y allí dejaron el pequeño saxofón con la caja donde lo guardaba.
"También pusimos una foto enmarcada de mi padre tocando su saxofón para que quien lo viera entendiera lo importante que era para él", explica su hija Ana. Sin embargo, alguien no lo entendió y en la siguiente visita al cementerio, su familia descubrió que se habían llevado el pequeño saxofón del nicho de Antonio.
"No tiene ningún valor, apenas le costó cuarenta o cincuenta euros cuando lo compró", dice Ana, pero para ellos no tiene precio. Por eso grabó un vídeo explicando lo importante que era para la familia ese pequeño saxofón robado, lo subió a sus redes sociales y hasta lo anunció en una publicación digital de Los Palacios.
Al día siguiente volvió a subir al cementerio con la esperanza de que lo hubieran devuelto. "Pensé que si sabían lo valioso que era para nosotros, lo dejarían en su sitio", cuenta su hija... pero seguía sin estar allí. "Mi madre no deja de llorar desde que se lo llevaron", dice Ana. No solo se sienten mal por haberlo perdido, sino también por haberlo dejado allí.
Ya han pasado varias semanas y han perdido la esperanza de recuperarlo. Ahora lo que quieren es colocar un cristal sobre el nicho de su padre para que no les vuelvan a robar porque esta no ha sido la primera vez. "Se llevaron una virgen que mi madre le compró y otra que le pusimos del Rocío grande" dice Ana, "pero no le dimos importancia".
Este robo sin embargo les ha dolido tanto que si no pueden poner una cristalera, se llevarán a su padre del cementerio. "Nos han dicho que no se puede poner, así que cuando cumpla el plazo nos lo llevaremos al cementerio de Dos Hermanas", dice su hija con rabia... La rabia de ver como le quitan lo poco que le quedaba al hombre que lo daba todo a cambiao de nada.
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