De pie por última vez en su jaula del depósito de Aljaraque, en Huelva, Pandora ha visto abrirse de nuevo la puerta por donde entró y que no dejaba de mirar esperando a sus dueños. No eran ellos, pero esta vez sí venían a por ella. La avalancha de llamadas tras conocerse su caso le ha traído una nueva familia.
Su nueva dueña se llama María, es argentina y vive en Barcelona. "Estaba mirando adopciones y una amiga me envió un link de la noticia de Pandora", cuenta a Informativos Telecinco. Le impactó la historia, pero mucho más la imagen de Pandora de pie mirando a la puerta por donde la abandonaron.
"Se parecía al mío con ese perfil subido a la caseta", explica María, "me conmovió". Se refiere a Zarek, otro labrador que adoptó cuando tan solo tenía cuatro años y que la acompañó durante nueve años hasta que falleció el pasado mes de agosto. "Su carita me recordó a él", explica.
En verano se había prometido no volver a tener perro, pero en septiembre ya estaba buscando adopciones. "Ya había tirado o donado todas las cosas de Zarek", comenta María, que ha tenido que comprar todo nuevo para la llegada de Pandora a casa. "Tienen nueva cama, arnés... de todo".
María salió de día del depósito de Aljaraque donde ha pasado casi un mes después de que la entregara su antigua familia. Tras la publicación de su historia en Informativos Telecinco, la noticia ha aparecido en medios de todo el mundo y ha despertado un gran interés por Pandora.
"No paran las llamadas y whatsapps para adoptar a Pandora", explica Juanjo Martín que ha gestionado la adopción de esta mezcla de labrador de apenas dos años a quien la vida ha dado un giro de 180 grados. En menos de un mes Pandora ha sido abandonada y adoptada y pasará de vivir en Huelva a hacerlo con una familia de Barcelona.
Mil kilómetros de distancia para cambiar de vida, un viaje que empezó este lunes por la mañana cuando una de las voluntarias sacó a Pandora por fin de su jaula del depósito de Aljaraque. Emocionada, la perra no era capaz contener la emoción y lamió hasta la cámara que la grababa.
Esa noche Pandora durmió en casa de la voluntaria para poder partir temprano a la mañana siguiente. A las siete en punto, un transportista la recogió para llevarla a su nuevo destino. De noche llegó a la casa de María en Barcelona, donde ya es una más de la familia.
"Hay que promover la adopción, le salvas la vida a un animal", dice María. O al menos se la cambia, como ha hecho ella con Pandora. "La llamaremos Dora, en honor a su nombre, pero más cortito". Y ahora Dora ya tiene una nueva familia y no necesita mirar ninguna puerta esperando a que la antigua vuelva.
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