Durante meses, Luis Cárdenas ha buceado entre la obra inédita de Antonio Gala. Abriendo carpetas que nadie había abierto antes, leyendo poemas que llevaban medio siglo esperando a que los leyeran. "En vida me daba reparo entrar en esas carpetas", dice Luis, que durante 30 años fue su secretario, "pero una vez que no está es el momento de que salga a la luz".
Y nadie mejor que él para descifrar la letra del escritor. "A veces me preguntaba a mi por palabras que él mismo había escrito", explica Luis, "decía que escribía como una hormiga, mal y pequeña". Lo dice quien ha pasado al ordenador buena parte de la creación literaria de Antonio Gala. "Menos 'El manuscrito carmesí', todas sus obras me las ha dictado a mi", explica a Informativos Telecinco.
Esta vez Gala no estaba para dictarle y Luis se ha ayudado de un joven filólogo que residía en la Fundación Antonio Gala y que conoce a la perfección la obra del autor. A sus 27 años, Pedro J. Plaza ha hecho su trabajo fin de grado, fin de máster y tesis doctoral sobre libros del escritor.
"Todo empezó porque hablaba mucho con Luis para mi tesis", explica Pedro J. De esa relación nació una amistad y de esa amistad llega ahora el libro 'Poemas de lo irremediable', la obra póstuma de Antonio Gala que recoge poemas que el autor escribió entre 1947 y 1952 y que Luis y Pedro J. llevan meses seleccionando sin que casi nadie lo supiera.
Luis conocía bien la existencia de esos poemas. "Cuando vendió la casa de Madrid, hubo que trasladar todo el ingente material que había, además del mobiliario, a la Fundación Antonio Gala", dice Luis. Y entre todo ese material, había cuatro carpetas repletas de poemas que hasta ahora, salvo el propio Gala, nadie había abierto.
Dentro Luis encontró cientos de poemas. "Cuando vi el material que había empecé poco a poco". Había poemas escritos a mano y otros mecanografiados. La mayoría incluían la fecha, el lugar y a veces incluso la hora a la que fueron escritos. "Hay poemas escritos en Córdoba, en la universidad en Sevilla o en la casa familiar de Cuéllar".
Antes de empezar surgió el primer problema. Los poemas estaban colocados de forma caótica y había que darles un orden, pero... ¿cómo? Luis no dejaba de pensar en cómo los querría Antonio Gala: por sonetos, por temática o si a lo mejor ya estaban ordenados de alguna forma que él no alcanzaba a entender.
Al final, entre Luis y Pedro J. decidieron que la mejor forma de ordenar los 115 escritos que habían seleccionado era darle un orden cronológico y así los poemas empiezan en 1947, cuando Antonio Gala tan solo tiene 16 años. "La gente que lo conoce y los que no se van a sorprender", advierte Luis, "porque muestra una faceta desconocida de él".
El libro deja ver al poeta, casi adolescente, a medio camino entre el escritor que iba a ser y el que fue. "Se ve cómo evoluciona desde la religiosidad fervorosa a una escritura más pagana", añade Pedro J.
Algunos poemas sin embargo se quedaron fuera. Eran indescifrables y prefirieron que no aparecieran a modificar un solo borrón del escritor. Así de respetuoso ha sido el camino de Luis y Pedro J. por la obra de Antonio Gala que pronto se encontraron con otro reto: cómo iban a bautizar el libro.
"Gala era un gran ponedor de títulos", dice Luis, que recuerda como muchos escritores de la Fundación Antonio Gala se acercaban a él con su obra ya acabada en busca de consejo. "Ese título es poco vendible", decía, "no compraría tu libro". Y enseguida le ofrecía un título más adecuado a cada obra.
Por eso Luis y Pedro J. tuvieron claro que el título tenía que ser de él. Y entre sus escritos encontraron títulos para libros que aún no estaban terminados, como "Primavera inútil" o "Dios al acecho". Sin embargo, fue 'Poemas de lo irremediable', el nombre por el que se decantaron. "Es muy sonoro", dice Pedro J., "y es un buen resumen de la obra, porque incluye lo irremediable como es el amor, la muerte, el destino...".
El libro hace tiempo que salió de imprenta y los poemas que durante unos meses fueron solo suyos, salen ahora a la venta. "Somos muy conscientes de que manejábamos textos que no veían la luz desde hacía 50 años y que solo había visto el autor", dice Pedro J., "si acaso se los enseñaría a maestros o amigos que ya estarán muertos". Si no los hubieran rescatado, quizá se hubieran perdido o hubieran acabado destruidos, porque muchos de los poemas solo existían en manuscritos.
Aún quedan muchos más poemas por ver la luz y Luis sigue buceando entre las carpetas con nostalgia para encontrarlos. "Ya no está aquí para corregirme", dice el hombre que durante tres décadas pasó a papel cada palabra de Antonio Gala y que ahora sin él lucha para que esas palabras no se pierdan.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.