Este lunes ha tenido lugar en la Mezquita-Catedral de Córdoba el funeral de Álvaro Prieto, el joven de 18 años fallecido en Sevilla el pasado 12 de octubre. Familiares y amigos han acudido a la eucaristía presidida por el obispo de la ciudad califal, monseñor Demetrio Fernández González, en la que se han vivido momentos muy emotivos. Todos han querido dar un último adiós por todo lo alto al futbolista de la cantera del Córdoba CF, equipo que le rindió un homenaje recientemente.
El pasado 19 de octubre se celebró el entierro en la iglesia de la Trinidad de Córdoba para despedir al joven, en la que sus amigos y compañeros llevaron el ataúd sobre sus hombros. Fue multitudinario. Llegado este 6 de noviembre, la familia de Álvaro se ha reunido de nuevo en esta ceremonia fúnebre por su descanso eterno para despedirle por última vez. La Mezquita-Catedral de Córdoba ha retransmitido el acto en directo a través de sus redes sociales.
La eucaristía, a la que han acudido unas 100 personas y que ha tenido una duración de una hora, ha contado con el canto de un coro de 15 vocales, así como diversas lecturas de versículos. El obispo de Córdoba ha destacado que Álvaro, cuya "muerte hemos llorado todos", "deja una huella para siempre".
Demetrio Fernández González ha querido recalcar que toda la ciudad acompaña en el dolor a sus padres, quienes echan "muchísimo de menos" a su hijo y le siguien queriendo, "más que antes todavía". Asimismo, ha subrayado el "deseo de que dios acoja" al joven en su seno y "descanse en el cielo", un "lugar de gozo y sin sufrimiento". "Álvaro está vivo, porque su alma no ha muerto", han sentenciado en la retransmisión.
El fallecimiento Álvaro Prieto provocó gran consternación en la población española. El futbolista perdió la vida después de sufrir un accidente en la Estación de Sevilla-Santa Justa. Había perdido el tren que lo tenía que llevar de regreso a Córdoba, saltó las vallas del recinto y trepó entre los vagones de un convoy ubicado en la zona de talleres.
Sin querer, el joven tocó la corriente del pantógrafo que estaba conectado a la catenaria y sufrió una descarga eléctrica letal. Su cuerpo permaneció oculto durante cuatro días hasta que fue descubierto. Álvaro, nacido en Rusia y adoptado por un matrimonio gallego a los cuatro años, seguirá siendo recordado por todos en Córdoba.
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