No había cumplido los 16 años, cuando Juan Antonio Santaella se quedó a oscuras. Una luz que se había ido apagando poco a poco. "Nací con cataratas congénitas y siendo un adolescente sufrí desprendimiento de retina en el ojo izquierdo. Dos años más tarde, en el derecho. En ese momento, caes en un abismo”, reconoce el deportista.
Ahora, a sus 46, es uno de los pocos surfistas ciegos que hay en España y el único en Andalucía. "Jamás pensé que podía hacerlo sin ver", asegura este gaditano, de San Fernando, que en su vida se había montado en una tabla de surf. "Nunca he sido amante del mar, pero sí he practicado skate y eso me ha ayudado con el equilibrio", explica.
Tanto que lo consiguió al primer intento. "A los diez minutos, ya había logrado ponerme de pie sobre la tabla, algo que poca gente consigue ni siquiera viendo", reconoce. Pero su ceguera nunca ha sido impedimento para él ni para su entrenador Fernando Porra, con el que forma un tándem perfecto. Al igual que Dickens, su perro guía, lo ayuda en la tierra. En el mar es su instructor el que marca sus movimientos. "Somos una unidad. Su voz son mis ojos".
Mar adentro, uno guía mientras el otro ejecuta con una confianza ciega. Un lenguaje propio, que se hace oir entre el sonido del mar, y que ambos entienden. "Él selecciona las olas y me avisa cuando viene la que debo coger para que empiece a remar sobre la tabla. También si se forma la pared a la derecha o la izquierda", explica.
Una vez posicionado, no hay barreras para Juan Antonio. "Sobre las olas te sientes libre y no quieres que acabe nunca", reconoce. Una sensación, dice, difícil de explicar pero que compara con volar. "En la tierra no puedo experimentar esta velocidad porque me pegaría una piña", recuerda. En el mar, no hay límites.
Y aunque sus ojos no ven, su piel sí. "Al principio no notaba nada pero con el tiempo he desarrollado una sensibilidad especial", asegura. Siente que la temperatura cambia y una corriente fría toca su cuerpo. La ola se acerca. Su equilibrio hace el resto. Juan Antonio es consciente de la dificultad de surfear a oscuras. "Prueba a hacerlo con un antifaz, es prácticamente imposible", reconoce. Para él, sin embargo, es su vida.
El año pasado quedó en cuarta posición en el Campeonato Nacional de Surf Inclusivo en Pontevedra. Este año volverá a intentarlo. Tiene claro que no lo hace por competir. "Lo que quiero es disfrutar". Sin límites ni barreras.