"Desde Huelva a San Sebastián y de Valencia a Vigo", así resume el presidente de SOS Desaparecidos, Joaquín Amills, la avalancha de llamadas que recibieron desde todos los puntos de España y que empezaron en el mismo momento que difundieron el primer cartel de desaparecido con la fotografía del joven Álvaro Prieto, fallecido electrocutado tras quedarse sin batería y perder su tren con destino a Córdoba.
"Nuestros avisos en redes suelen tener un alcance de 300.000 personas", dice Joaquín Amills. El de Álvaro llegó a los dos millones de personas, y eso solo a través de SOS Desaparecidos. A esa cifra hay que sumar la difusión a través de los medios de comunicación, "podemos estar hablando de un alcance real de varios millones de personas", cuenta a Informativos Telecinco.
La consecuencia fue inmediata, cientos de avistamientos por todo el país que en la asociación iban colocando sobre un mapa. "Llegamos a tener las dos líneas de teléfono colapsadas", cuenta Joaquín. Muchos incluso les enviaban fotografías y vídeos de jóvenes que creían que podían ser Álvaro.
Mediante una serie de preguntas, la propia asociación se encarga de cribar las llamadas. Las que pueden ser ciertas se pasan a las autoridades. De las 600 llamadas que recibieron, "solo tres fueron veraces", asegura el presidente de SOS Desaparecidos. Eran tres testigos que habían visto al joven en la estación de Santa Justa y que aportaban datos que ya conocía la policía.
El resto de llamadas no habían visto a Álvaro... habían creído verlo. "Llamadas de mala fe o con otros intereses, se podrían contar con los dedos de una mano", asegura Joaquín Amills. La mayoría son fruto de la voluntad de ayudar, aunque finalmente no fueran avistamientos reales.
"En otros casos cuando la persona aparece, ya sea viva o muerta, seguimos recibiendo algunas llamadas de avistamientos", explica el presidente de SOS Desaparecidos, "en este caso no ha llamado nadie después". Desde que el cuerpo de Álvaro apareció, los teléfonos han dejado de sonar.