El golfista Pablo Martín vuelve a competir y a ganar por sus hijos: "Es mi objetivo vital, no sé nada de ellos"

La historia de Pablo Martín Benavides no es la de un deportista más. Una complicada y larga lucha personal le apartó de lo que ama: el golf. Nacido en Málaga, donde este deporte tiene un especial arraigo y lo demostró al mundo al acoger la Solheim Cup, ha vuelto a competir esta semana.

Y también a ganar un torneo del circuito PGA, en el III Campeonato de Profesionales de Castilla y León. Ha sido una victoria significativa para él. "Quiero ver a mis niños, no sé nada de ellos desde hace seis años, por eso juego", ha contado a NIUS el golfista.

Inmerso en "un infierno" todo este tiempo atrás, en su pelea contra "el sistema sueco" y afrontando un duro divorcio, ahora “cada golpe” que da con el palo va por sus hijos. Por eso, su triunfo fue muy emocionante para él.

Hay que recordar que el malagueño llegó a ser el primer jugador amateur en ganar un torneo profesional del DP World Tour en Portugal. Hizo historia en España y después su carrera fue meteórica. Pero la vida se le empezó a complicar tras conocer a una chica sueca.

Su relación con ella comenzó en el verano del 2012, después de un campeonato de golf. Tuvieron su primer hijo “muy pronto”, reconoce. Después Pablo se mudó a Suecia. “Ahí empezó el chantaje: o compraba la casa que ella quería o no iba a ver al niño”, nos asegura.

Por entonces, el golfista andaluz ya dejó un poco de lado los torneos, pero deseaba “volver a competir”. Así lo hizo. También le comentó a su pareja que debían “recortar gastos”, ya que él era “el que lo pagaba todo”. Ella se opuso.

Una denuncia "por abusar de los niños" que él niega

“Un día me di cuenta de que la persona con quien convivía no era quien yo creía. Me decía que era el hombre de su vida, que me quería un montón… y me la encontré en una página web de contactos. Ya tenía mis dudas”, admite.

Tras su descubrimiento, decidió que no quería seguir manteniendo la relación: “Le dije que me quería separar de ella, pero que no involucrásemos a los niños en el proceso”. En invierno del 2017 fue la última vez que pudo ver y estar con sus hijos.

Según nos explica Pablo, después “todo eran excusas” para evitar que los viese. Hasta a los servicios sociales suecos acudió ella: “Me acusó de ser un mal padre, de no estar presente y de no estar con ellos, por jugar al golf, como si no fuese mi profesión”.

Llegó incluso a presentar una denuncia contra él “por abusar de los niños”, algo que niega completamente el malagueño. A partir de ahí fue cuando comenzó su calvario, mientras la separación de la mujer sueca se alargó hasta junio del 2019.

También estuvo "diez semanas en la cárcel, sin poder cambiar siete veces de abogado, algo que es un derecho". Finalmente fue extraditado a nuestro país. A día de hoy, su hijo tiene ya 10 años y su hija seis.

Busca que el golf sea un "altavoz" de su historia

“No sabemos nada de ellos, ni dónde están ni si están vivos”, lamenta. De las 37 visitas que le permitían hacer “al principio” para reencontrarse con ellos, “más de 33” fueron canceladas. Solo los pudo ver en cinco ocasiones.

Pablo nos asegura que las cancelaciones “no aparecen por ningún lado” y apunta a que “hay documentos oficiales manipulados” en fechas u otros detalles. Cuenta que una de las varias denuncias que su ex presentó contra él decía que “había ido a matarlos” allí a Suecia.

“Y resulta que ese día yo estaba en España porque era el cumpleaños de mi hermano”, alega el deportista, quien añade que no pudo defenderse de tal acusación ni en las comisarías suecas ni a través de los servicios sociales: “Estos me han ignorado todo el tiempo”, critica.

Ha decidido no “hacer nada más por la vía judicial”, ya que sus abogados del país escandinavo le dicen que “debe seguir el protocolo”. Pablo se centra ahora en el golf, en ganar todo lo que pueda. Con la esperanza de lograr un “altavoz” de su historia y que “esto cambie”.

Porque nos afirma que su caso no es aislado. “Hay más padres y madres españoles” en una situación parecida a la suya, en la que se lleva a cabo “el mismo modus operandi”. Sin que desde España puedan ponerle remedio. 

"Mi objetivo vital es que mis hijos sepan que aquí en España los queremos y deseamos tener un contacto básico con ellos", reitera.

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