Duele solo mirarlo. El ácido que han vertido sobre él ha dañado su cuello, un ojo y las patas delanteras. También le han cortado la lengua y las orejas. Por si no fuera suficiente, las radiografías muestran al menos 30 perdigones incrustados en su cuerpo. A pesar de estas brutales lesiones, Kofuku, un gato feral de color negro y ojos verdes, sigue vivo.
El presidente de la protectora Empatía Animal Almería lo rescataba, este miércoles, en las calles de la localidad de Huécija. El animal estaba debajo de un coche. “Cuando le vi el cuello con la herida, entré en pánico”, explica a NIUS Akihiro Carrillo. Consiguió sacarlo y meterlo en un transportín tras varias horas. Ya en casa le dio comida y vitaminas antes de llevarlo al veterinario. "Estaba sufriendo muchísimo”, asegura.
Ahora, Kofuku permanece ingresado en una clínica veterinaria donde han confirmado la gravedad de sus lesiones. “Cuando le realizamos la radiografía nos quedamos espantados porque tenía todo su cuerpo lleno de perdigones. Cada punto blanco es uno”, lamenta el presidente de la protectora que recalca que es un gato joven, de no más de dos años. “Sus dientes de adulto están muy nuevos, así que pensad, con lo poquito que lleva vivo, ¿cómo es posible que tenga tanto maltrato?”, se pregunta.
“No son heridas recientes, están cerradas. Eso significa un día tras otro de maltrato”, insiste. El animal necesita ahora cuidados veterinarios, por lo que la protectora, respaldada también por la Plataforma Seven Lives, ha iniciado una campaña de colaboración ciudadana para cubrir los gastos clínicos.
En apenas unas horas han conseguido los 300 euros necesarios para lo más urgente, una transfusión de sangre. Pero a Kofuku aún le queda un largo camino en su recuperación, por lo que siguen haciendo un llamamiento a la solidaridad para seguir pagando las facturas veterinarias. “Él va a seguir ingresado y su estado de salud es crítico”, explica Akihiro.
Confía en que salga adelante. Ya ha demostrado que es todo un superviviente. De momento, ya tiene hogar. “No vamos a darlo en adopción, lo vamos a cuidar, amar y proteger nosotros, para garantizar que tendrá lo que verdaderamente se merece”, explica el presidente de la protectora que es también el que ha elegido su nombre: Kofuku, fortuna en japonés. Algo, que espera, le acompañe a partir de ahora.