El regreso de Tijeritas, de vender millones de discos a cantar en celebraciones: "Si hay que tocar en bodas, se toca"

Después de sacar 25 discos, de vender millones de copias y de ganar un premio Ondas, se anuncia ahora en Internet para actuar en todo tipo de celebraciones, desde bodas a cumpleaños. "Si hay que tocar en bodas, se toca", dice Tijeritas, el mismo que en los 80 puso a cantar a media España su estribillo "Ay Garabí Garabí".

José Soto, al que Camarón puso el apodo de Tijeritas porque solía acortar las canciones, no tuvo un éxito fugaz, su música sonó durante décadas y actuó junto a Los Chunguitos, Pepe de Lucía o Azúcar Moreno. Pero el siglo XXI le fue borrando de los escenarios y la pandemia terminó por olvidarlo. 

Su última actuación fue en Torre del Mar, en Málaga. "Ha sido duro", dice Tijeritas, que desde entonces ha sobrevivido como ha podido: "Vivía del dinero que tenía guardado", cuenta a NIUS. Lejos de los focos y sin su música, era fácil verlo por las calles de Málaga donde de vez en cuando se le oía cantar. "Lo hacía solo para los amigos, como en familia", comenta el cantante.

Las ganas de volver siempre estuvieron ahí, pero no encontraban el camino de vuelta y los que encontró no siempre le llevaron donde quería. "Me llamó un señor de León para actuar en el norte", cuenta Tijeritas. Aquello no funcionó. Sin embargo, en la única actuación que le consiguió tuvo la suerte de conocer a Miguel, el miembro de una banda de Santander que actúa en eventos y que ahora se ha convertido en su nuevo representante.

Estancia en Santander

"Cuando lo vi no estaba muy bien", dice Miguel, y con la ayuda de un amigo le propusimos que se quedara aquí unas semanas. En total casi dos meses que le han servido a Tijeritas para desconectar de todo y volver a reconectar con su música. Durante ese tiempo ya ha actuado en Fuenlabrada, Bilbao, Cáceres o en Santander... a veces en salas de concierto, otras en carpas e incluso en cafeterías.

"Se sigue poniendo muy nervioso antes de actuar", dice Miguel, que en este tiempo se ha encargado de buscarle todo tipo de eventos, entre ellos celebraciones privadas, como fiestas o cumpleaños. "Ya tengo prácticamente cerradas dos bodas, aunque él no es muy partidario", cuenta a NIUS su representante. 

"En las bodas se sabe a la hora que empiezas, pero no a la que terminas y muchas veces acabas reventado", se excusa Tijeritas, que prefiere otro tipo de escenarios para actuar. Sin embargo, nunca se ha negado. "Donde me llamen voy", dice el malagueño, y allí donde va siempre lleva puesta la humildad.

De momento, Tijeritas actúa este viernes en la piscina municipal de La Barca de la Florida, una pedanía de Jerez. Al día siguiente lo esperan en su Málaga natal. Allí su nombre aparece en el cartel por debajo de artistas como Canelita o Manuel Cortés, nuevos flamencos que ni siquiera habían nacido cuando él ya actuaba en escenarios de todo el mundo.

A sus 59 años, José Soto sabe que empieza desde abajo, pero no empieza de cero. Cada vez que se sube a un escenario el público vuelve a pedirle aquellas canciones del recuerdo que le llevaron a lo más alto, como 'Libre soy', 'Me lo puso Camarón'. 'Gitanita' o 'Del sur a Cataluña'. "La gente se acuerda mucho", dice Tijeritas, que aún se sorprende de que lo reconozcan.

De hecho, Miguel le ha creado una cuenta de TikTok para intentar acercar el cantante a nuevos públicos. En tan solo un mes ya tiene 40.000 seguidores y sus vídeos acumulan más de un millón y medio de visualizaciones. La cifra es mucho mayor en YouTube, donde algunos de sus temas más conocidos llegan a los siete millones de visitas.

Pero además de los viejos temas ya prepara nuevas canciones y sobre todo, nuevas versiones. No lo hace solo; en este regreso le acompaña un viejo conocido, Luis Monge, el hijo de Camarón. "Nos conocimos a través de su padre", dice el cantante. Durante cinco años, la guitarra de Luis le siguió por todos los escenarios donde actuó, "aunque al final nos distanciamos", confiesa a NIUS.

Después de cuatro años duros de silencio y olvido, Tijeritas regresa con la misma voz y las mismas ganas que un día le encumbraron. Sabe que volver a lo más alto es un camino largo, pero ya ha empezado a andarlo.