El alumno que no apruebe Fundamentos de las Habilidades Motrices no será porque no haya tenido oportunidades. Su profesor les ha preparado 224 exámenes con 4.287 preguntas. "No se si presentarme al libro de los récords", dice Nicolás Martín, profesor desde hace 40 años en la Facultad de Ciencias del Deporte de Granada.
El próximo 30 de septiembre se jubila con 71 años y por eso Nicolás lleva todo el curso preparando miles de preguntas y cientos de exámenes para dar todas las oportunidades posibles a sus alumnos. "Quiero que todos aprueben, pero que aprueben por ellos, no por aprobarlos yo", apunta el profesor.
Para que estén al día, cada semana los estudiantes se enfrentan a dos exámenes. Algunos con una sola pregunta. Otros con 19 respuestas posibles y solo una verdadera. En ocasiones para un examen les ha entregado hasta 25 folios solo de instrucciones. La mente de Nicolás no descansa ni un solo minuto este último curso antes de su jubilación.
Todos sus alumnos tienen su teléfono móvil y no son pocos. 206 estudiantes que pueden escribirle casi 24 horas al día si tienen dudas sobre el temario... y las tienen. Además, ha creado grupos de Whatsapp con los delegados de cada clase para organizar las fechas de tantos exámenes.
En los tres meses que dura su asignatura, cada estudiante se somete como mínimo a 12 exámenes, pero pueden ser muchos más ya que cada alumno tiene hasta 48 posibilidades de recuperar un examen haciendo otro uno nuevo. Y a todo esto hay que añadir que no hay dos exámenes iguales, cada alumno recibe preguntas diferentes de forma aleatoria.
Para su objetivo se ha valido de la herramienta informática PRADO, una plataforma donde los profesores y alumnos comparten trabajos. Aquí Nicolás ha colgado en apenas unas semanas 345 archivos destinados a sus estudiantes. "Ha sido algo desproporcionado", confiesa el profesor.
Sin embargo, el aprobado general no ha sido el único objetivo que se ha propuesto para su último curso. "Quiero batir el número de aplausos espontáneos", dice Nicolás. Hasta ahora lo tenía en cinco aplausos en un año. "No pueden pedirse, tienen que ser espontáneos", explica a NIUS. Al final se ha superado con siete aplausos y un intento de manteo.
Uno de esos aplausos se lo ganó el día que prometió una tablet a cada alumno al terminar el curso. La promesa sigue en pie, pero la letra pequeña se desvelaba esta semana. Ha comprado dos cupones que, si tocan a la vez, da 291 euros por alumno, es decir, lo que cuesta el dispositivo que les prometió.
Originalidad y esfuerzo hasta el último minuto de su vida laboral... y para quien crea que todo esto lo mueve su deseo de no jubilarse, Nicolás lo deja claro: "Estoy deseándolo". Pero quiere irse por la puerta grande.