El milagro de Francisco, el hombre que ha restaurado en tres días la Virgen quemada de Chiclana
Dormía tres horas al día, no salía de casa y solo se dedicaba a trabajar en la restauración de la Virgen
El propio restaurador era el autor de la imagen que había tallado para la Hermandad hace 45 años
Lágrimas y aplausos, la recogida más dura de la Virgen que ardió en plena procesión en Vélez-Málaga
El Viernes de Dolores tocaron a la puerta de la casa de Francisco en Sevilla. Le traían desde Chiclana en coche a la Virgen quemada de la Hermandad de los Afligidos. Desde entonces este restaurador ha pasado los últimos tres días encerrado. Apenas ha dormido, apenas ha comido, apenas ha hecho nada que no sea trabajar en su taller. Él es el hombre del milagro que ha salvado el Martes Santo de Chiclana.
"Dormía dos horas por la noche y una al mediodía", dice Francisco Berlanga, restaurador sevillano, que el pasado viernes recibía la llamada más inesperada. "Me dijeron que se había quemado la imagen", explica a NIUS, la misma Virgen Dolorosa que el propio Francisco había tallado para la Hermandad hace ahora 45 años.
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A las siete de la tarde le llamaron. A las nueve y media de la noche la talla ya estaba en su taller. Esa misma madrugada empezó a trabajar sin saber aún si llegaría a tiempo para salir en procesión el Martes Santo. "Es como un médico, tienes el diagnóstico", dice Francisco, "pero no sabes lo que te vas a encontrar hasta que no abres y ves lo que hay". Y lo que había era difícil de recuperar.
Daños en la imagen
El foco del incendio atacó el manto de la Virgen por el hemisferio trasero derecho. Los listones del candelero de esa parte habían quedado destrozados. La mano derecha de la imagen estaba totalmente calcinada. "Era irrecuperable", explica el restaurador, que ha tenido que sustituirla. "Luego he recuperado la policromía de las carnes y el volumen que había desaparecido de los aparejos".
El mayor problema sin embargo se encontraba en la cara. "Era un trago... el rostro estaba casi completamente desaparecido", dice Francisco, que ha echado aquí la mayoría de sus horas de trabajo. "Solo paraba para dormir un poco y comer", explica a NIUS, "y casi no veía a mi mujer ni mi hija aunque estábamos en la misma casa".
De las últimas 72 horas, 60 las ha pasado trabajando frente a la talla de esta Virgen Dolorosa de Chiclana. "No he tomado ni un solo café", confiesa a NIUS, "el único estimulante que necesito es el fervor de la gente"... Ayer a las siete y media de la tarde, Francisco soltaba por fin los pinceles con los que daba los últimos retoques a la Virgen.
De regreso a Chiclana
Desde entonces todo ha sido la carrera. Por la tarde Francisco llamó a la Hermandad, por la noche llegaron a Sevilla para recogerla y horas más tarde ya estaban de vuelta en Chiclana. De madrugada, los hermanos montaban el paso y esta misma mañana la Madre María Santísima de los Desconsuelos presidía la Eucaristía de la Hermandad como si no hubiera pasado nada.
"No te puedes ni imaginar los momentos vividos en la iglesia", dice Francisco, "había lágrimas de todos los colores". Y en el centro de todas las emociones estaba él, el hombre del milagro que ha permitido a Chiclana poder celebrar el Martes Santo cuando ya nadie lo esperaba.