Hace ya seis años que José Antonio Rincón cambió los pinceles por las agujas de tinta. Ahora, su óleo es la piel de los clientes que, cada día, llegan a su estudio 'Berin Tattoos', en Sevilla, para tatuarse. Más de la mitad, reconoce este artista, quiere imágenes cofrades. Una temática en la que se ha especializado. “Es mi pasión y mi trabajo, no me permito ni un fallo”, asegura.
Su primer tatuaje religioso fue el cristo sevillano de El Cachorro. “Se lo hice a un amigo y puedo decir, sin dudarlo, que es el que más me gusta de todos los que han venido detrás”, nos cuenta. Y no son pocos. Cada semana, recibe encargos de este tipo. Imágenes con gran devoción, como El Gran Poder, la Macarena y la Esperanza de Triana, son las más demandadas.
Auténticas obras de arte que requieren de una preparación previa. “Hay que estudiar la imagen antes de hacerla, ver muchas fotos, leer sobre sus peculiaridades o, incluso, ir a verla a la iglesia si no la conoces. Tienes que meterte de lleno en ella”, asegura. Todo para que el resultado sea un rostro fiel al original y que capte la esencia de la talla.
De esta forma, de la Virgen de la Macarena, por ejemplo, es vital la fuerza de su mirada. “La clave está en el entrecejo, lo tiene muy marcado. Si no lo haces bien, no es ella”, apunta. Los ojos borrosos de El Cachorro o la imperfección de los del Cristo de las Tres Caídas. “No mira recto, uno de ellos va hacia fuera, y eso que tatuarlo también”. Pequeños detalles que marcan la diferencia.
En plena Semana Santa, José Antonio asegura que la demanda de este tipo de diseños es habitual durante todo el año. El perfil de cliente: hombres de entre 30 y 50 años y cofrades. “Vienen muchos costaleros, músicos y capataces”, señala. La mayoría con una idea concreta que, una vez en el estudio, cambia. “Intentamos que la imagen sea de muy buena calidad, tenemos una gran base de datos, y hay que tener en cuenta la zona de la piel donde se hace para que el rostro y la mirada se dirijan a izquierda o derecha”, explica.
Tatuajes grandes que llevan unas ocho horas de trabajo y que lucen especialmente en antebrazos y hombros. “Son las zonas más recomendadas por ser las más visibles, aunque también quedan muy bien en el pecho y el muslo”, explica José Antonio que tiene clientes de muchos puntos de España. “Hay quien viene de Madrid, Barcelona o Salamanca solo para hacerse un tatuaje de la Semana Santa sevillana”, asegura.
Una fe tatuada en la piel que es única y exclusiva. “Cuando hago una imagen no la repito. He hecho más de 40 cristos de Las Tres Caídas y ninguno es igual, todos diferentes”, asegura. Como diferentes son también los motivos que llevan a los cofrades y devotos a tatuarse la Pasión para siempre. “Para los clientes tienen un significado muy especial. Es como el que se retrata el rostro de un ser querido que ya no está”, señala. Una fe a flor de piel y para toda la vida.