Mar quería ser sanitaria. Había terminado un curso de auxiliar de enfermería y hecho sus primeras prácticas en el Hospital Puerta del Mar, en Cádiz. Caprichos del destino, sería justo en este centro donde fallecería meses después, con apenas 18 años. “Era una niña sana, deportista y llena de vida”, nos cuenta su madre, Estefanía.
Todo ocurrió hace seis meses. Recuerda ese día como una pesadilla de la que aún no se ha despertado. En la madrugada del 18 de septiembre, su hija se desplomaba en el suelo del baño. La llevaron de inmediato al centro de salud La Longuera, en Chiclana, y allí la derivaron al Hospital Clínico de Puerto Real. “Desde el principio, se hicieron mal las cosas” lamenta su madre porque Mar había sufrido un derrame cerebral, pero según denuncia, nadie fue capaz de detectarlo.
En este hospital de Puerto Real, explica Estefanía, la tuvieron casi 16 horas “abandonada” y con un diagnóstico erróneo de otitis, a pesar que los síntomas: “Convulsiones clónicas, bajo nivel de conciencia, rigidez en miembros inferiores, sudoración profusa”, e incapacidad de mantenerse en pie ni controlar esfínteres. “A medida que pasaba el tiempo iba a peor, ni siquiera era capaz de manifestar qué le pasaba”, recuerda su madre.
La joven sufría convulsiones que “movían hasta la camilla” pero el médico les decía que era “tiritera”, lamenta Estefanía que asegura que el trato que sufrieron fue “inhumano”, llegando incluso a darle el alta sin más recomendación que unas gotas para el oído. Fue gracias a la presión ejercida por un familiar sanitario que finalmente accedieron a realizarle un T.A.C. craneal. El diagnóstico, demoledor: trombosis con derrame cerebral en estado muy grave.
La joven fue traslada inmediatamente al Puerta del Mar para una intervención de urgencia. La evolución posterior fue desfavorable, presentando un empeoramiento muy grave en las horas siguientes y falleciendo, finalmente, el 20 de septiembre en la UCI. “El tiempo iba en su contra”, se lamenta esta madre, que llena de “rabia”, sabe que el destino de su hija podía haber sido otro.
La familia ahora demanda al Servicio Andaluz de Salud. “Nadie va a devolverme a mi hija, pero mi intención es que esto no vuelva a pasar”, señala Estefanía que no entiende cómo ninguno de los sanitarios que atendió a su hija activó el protocolo para ictus, a pesar de los síntomas que presentaba. “¿Se podría haber salvado?”, se pregunta. Nadie lo sabe, pero lamenta que "ni siquiera le dieran la oportunidad".