Ainhoa Serrano tiene 13 años, y no había cumplido los tres cuando dejó a sus padres sorprendidos con lo que pintó cuando le prestaron unas acuarelas y un folio para que se entretuviera un rato. “Hizo una composición armoniosa con todos los colores, sin mezclarlos”, recuerda Israel Serrano, el padre de Ainhoa. Ahí empezaron a observar que parecía tener un don para la pintura. La familia vive en un pequeño pueblo de poco más de tres mil habitantes, Valdepeñas de Jaén. Aquí nació la joven promesa de la pintura, quien ya puede presumir de tener su propia exposición en Jaén capital bajo el nombre artístico de Ainhoa Se.
“Suelo pintar mujeres, dibujándolas me doy cuenta de que en realidad pinto lo que yo estoy sintiendo en ese momento”, relata Ainhoa a NIUS. Esto lo ha descubierto con el tiempo porque, al principio, no se veía reconocida en sus obras pero eran sus emociones. Nunca ha recibido clases de pintura, es autodidacta al cien por cien. Según ella, va pintando lo que le va saliendo, no tiene mucha más explicación. Igual que tampoco la tiene que, antes de hablar, ya pintaba: “Tenía dos años y pico cuando se entretenía haciendo manchas”, relata su padre. Su entretenimiento era pintar. Primero le fueron dejando folios y luego lienzos, viendo que aquello que hacía no era muy normal en niñas de su edad.
Siguió pintando y alrededor de los cinco años dejó de pintar. No lo volvió a hacer hasta los nueve. En este parón coincidió que nacieron sus dos hermanos pequeños y sus padres no tenían el mismo tiempo en casa. “No había mucha tranquilidad como para que se pusiera a pintar”, recuerda Israel.
Cuando retomó los ratos de pintura, las manchas armoniosas que pintaba cuando era más pequeña, dieron paso a obras de mujeres. Su creatividad la ha llevado a experimentar con diferentes ‘herramientas’: “Ahora mezclo el acrílico, el lápiz y la acuarela”, cuenta la joven artista. Todo esto en una misma obra dejando resultados que le han gustado y que considera su propio invento, su propio sello. “Tiene su propia técnica y se fija mucho en los detalles, son cuadros que consiguen transmitir y conectar con el espectador”, relata Israel. Ainhoa habla a través de sus obras de sus miedos, sus inseguridades, de la alegría… de emociones que sentimos todos y ella los transmite a su manera.
Participó en la exposición colectiva "Anónimo" de Rampa, en Linares. “Eran 30 mujeres artistas, ella era la más joven y aquí vendió su primer cuadro”, señala su padre. Aquí empezó a creerse que tiene un talento innato. Este fue el punto de inflexión. Además, ha ganado varios premios de pintura como el cartel anunciador de la feria de su pueblo y, su primera exposición individual, “Sentimientos vividos”, la realizó en el IES Sierra Sur de Jaén donde cursa 2º de la ESO. El siguiente pasó la llevó a La Galería Sin Nombre de Jaén, donde ahora cuelgan sus obras. Lo que a priori era un hobby, la ha llevado a darse cuenta de que se siente pintora y que quiere dedicar sus días a ello.
Con 13 años, ya ha vendido siete obras, la más cara por 300 euros: “No le doy importancia a vender sino a que la gente vea algo mío y reconozca que lo he hecho yo”, reconoce Ainhoa. Sus ganancias la gestionan sus padres con previo acuerdo porque “ella se costea los gastos de los marcos y los materiales, el resto lo guardamos para su futura formación”, dice Israel.
En su día a día, siempre saca tiempo para dibujar. Va al instituto, hace las tareas, estudia y, al final del día, saca ese hueco que la hace sumergirse en su mundo, en seguir creando sin saber cómo ni porqué le van saliendo sus obras. Hay comentarios en sus redes sociales que la elogian con que sus trabajos recuerdan a Frida Kahlo porque ella, sin darse cuenta, siempre termina poniéndole color a todas sus emociones.