Pedro, el coleccionista que monta un museo con los 2.300 juguetes que guardaba en casa: "Son como mis niños"

Pedro Pérez recuerda como si fuera ayer su primer juguete. Un tanque patrulla de la marca Rico que le trajeron los Reyes Magos. Con él ha pasado tardes y tardes de risas y aventuras. Conoce cada detalle de su juguete. No solo por su buena memoria sino porque, casi 60 años después, lo sigue conservando, con caja incluida. La afición por coleccionar le viene a este historiador desde pequeño. “Siempre me ha gustado guardar cosas únicas”, explica a NIUS. 

Tanto que ha llegado a recopilar más de 2.300 piezas que ahora ven la luz en el Museo del Juguete de España y del Mundo, ubicado en Cuevas de San Marcos. Una pequeña localidad malagueña que se ha convertido en cuna de auténticas joyas traídas de todo el mundo. Y todo gracias al trabajo incansable de Pedro y a la paciencia infinita de Mariángeles, su mujer. “Es una santa. Otra ya me habría dejado”, bromea.

Y no exagera porque, hasta ahora, las más de dos mil piezas las guardaba en su casa y en la de familiares. "No se podía ni entrar. Ella, al principio, me decía que estaba loco”, asegura. Una locura que lo ha llevado por medio mundo en busca de antiguos juguetes. “Me gusta encontrar lo que ha existido y no conoce nadie”, apunta. La última adquisición, un juego de bolas chinas que encontró en un anticuario de Nueva York. 

De los desvanes llenos de polvo a las redes sociales

Tiendas de  antigüedades, ferias, contactos, redes sociales. Es la forma actual de dar con estos tesoros, aunque echa menos cuando las reliquias aparecían en los desvanes, llenas de polvo. “En los 70, con el boom de construir pisos, he encontrado de todo en las casas abandonadas. Juguetes que llevaban décadas sin usarse y bien conservados”, asegura.

Ahora, estas joyas se exponen en el que es uno de los museos de juguetes más importantes de España con piezas procedentes de 25 países y, algunas de ellas, datadas del siglo XIX. Pedro conoce la historia de cada una. Como una cabra de arrastre. El juguete artesanal más antiguo que se conserva en España. “Es de 1790 y lo hizo un carpintero para su hijo en madera de nogal y tallado a mano”, nos cuenta. Más de cien generaciones han jugado con él y todavía se mantiene intacto.

También el primer juguete que se hizo en nuestro país y que se comercializó como tal. Una moto con sidecar de 1893 de la fabrica Payá Picó. O los soldaditos de plomo alemanes de Hilpert, la primera fábrica de juguetes del mundo. ¿Quién le iba a decir a algunos de esos niños que jugaron a ser soldados que décadas después serían testigos de dos guerras mundiales?

España ha sido una potencia a nivel mundial durante un siglo con marcas históricas como Payá, Rico, Sanchís, Comercial Ibérica", recuerda. Después, muchas de ellas vendieron sus patentes a China. Juguetes que han pasado de generación en generación y que Pedro, a lo largo de los años, ha localizado y conservado con cariño. “No tengo hijos, pero siempre digo que son como mis niños”, señala. Algunos están valorados en más de 12.000 euros, aunque él insiste en que no los colecciona por inversión, si no porque son “únicos”.

Uso terapéutico para enfermos de Alzheimer

Su ilusión ahora es que abuelos, padres y nietos puedan disfrutar de este espacio y que tenga, incluso, un uso terapéutico. “Son muchas las personas que me han contactado porque quieren traer a sus padres con Alzheimer para ver cómo reaccionan al ver los juguetes de su infancia”, cuenta el coleccionista, emocionado. Revivir y recordar los entrañables sentimientos que a todos nos han provocado los juguetes. Los de ahora y los de hace más de un siglo.

Temas