La muerte del "Morato", el joven que ha hecho que todo Pruna se levante contra la droga

No hay rincón de Pruna que no haya llorado la pérdida de Francisco, el "Morato", como le llamaban en su pueblo. Y todas las lágrimas acaban en el mismo sitio: la casa de su madre. "No quiere vivir, era su único hijo", dice Carmen Jiménez, tía de Francisco, que estos días acompaña a su hermana en el duelo. 

El "Morato" tenía tan solo 28 años. Trabajaba en una granja de pavos y vivía con su novia. Todo parecía ir bien hasta el pasado mes de febrero cuando le dijo a su madre que tenía un problema con la droga. "Le dijo que quería salir de ese mundo", dice Carmen, "y nos pusimos manos a la obra".

No sabían qué había que hacer así que lo llevaron primero al médico. "Del centro de salud de Pruna, fuimos al hospital de Valme y pedimos cita a salud mental donde le pusieron un tratamiento", explica Carmen. Estaban convencidos de que todo iría bien porque acudía a todas y cada una de las citas que tenía con los médicos.

Aún así lo enviaron a un centro en Almería donde pasó un mes y medio desintoxicándose. "Vino estupendamente de allí", recuerda ahora Carmen que repite una y otra vez la misma frase: "él quería salir". Y salió. Pero aquello no duró demasiado. Cuando volvió a Pruna, la adicción llamó de nuevo a su puerta.

Una recaída

"Un joven en patinete le llevó droga hasta su casa", asegura su tía, "cuando estaba saliéndose de la droga, vinieron, se la ofrecieron, la cogió y se la tomó". Así de fácil. Así de triste. El "Morato" volvió a recaer a mediados de agosto, dos semanas antes de morir.

El 30 de agosto Francisco el "Morato" estaba en casa con su madre. Tan solo eran las diez de la noche, pero dijo que se iba a la cama. "Seguramente se sentía mal y no lo dijo", piensa ahora su tía. A la mañana siguiente cuando su madre fue a despertarlo ya había fallecido.

Dos días antes otro joven del pueblo había fallecido en circunstancias parecidas. "Se los ha llevado la droga", dice Carmen... "Los han matado", le corrige enseguida otro familiar de Francisco. Aún no han recibido el informe de la autopsia, pero creen que al menos Francisco había consumido rebujito, un cóctel de drogas que combina varias sustancias.

"El rebujito lo venden por 5 euros y mezclan cocaína con otras cosas", explica Carmen, que piensa que entre esas cosas había sustancias adulteradas que pudieron causar la muerte de los dos jóvenes. "Y un tercero que se salvó porque no se durmió", asegura la tía de Francisco, "pero está grave".

Indignación en el pueblo

El "Morato" era muy conocido en Pruna. "O estaba jugando a las cartas con los mayores o a la pelota con los niños", dice su tía que asegura que era muy querido por todos, "si no fíjate como se está levantando el pueblo". Con concentraciones y hasta una protesta en la Subdelegación de Gobierno de Sevilla, los vecinos han empezado a reclamar mano dura contra la venta de droga.

La indignación se extiende como la pólvora por el pueblo. "Aquí se vende mucha droga", confiesa Carmen que además asegura que todo el mundo sabe dónde. "Va con cinco euros a una casa particular y le dan la papelina". Por eso piden más redadas y más vigilancia en las zonas donde se reúnen los jóvenes como Francisco.

"Él no quería morirse, él quería salir de este mundo", dice Carmen mientras la madre de Francisco la escucha y pide que esto no quede en el olvido y que todo el mundo se ponga en su lugar. "Por cinco euros", lamenta Carmen, "la vida de un niño vale cinco euros". 

Temas