En decenas de subterráneos, de garajes, centran en estos momentos todos sus esfuerzos los equipos de emergencia para tratar de localizar posibles nuevas víctimas de las inundaciones que se cobran ya 211 muertes. Sigue la búsqueda por supuesto también en el exterior, sin dejar ni un palmo por registrar por si puede darse otro pequeño milagro como el que anunciaba un miembro de Protección Civil en Benetússer.
Los coches amontonados sobre vías férreas se cuentan por miles y dejan esta imagen desoladora. Las quejas de los afectados van a más. En el quinto día de la tragedia, en municipios como Paiporta, necesitan saber dónde llenar agua para la higiene personal o dónde depositar la basura, otro riesgo para la salud. Días en los que se han sentido abandonados y durante los que las administraciones se han hecho reproches mutuos. Hoy Pedro Sánchez admite que la ayuda ha tardado en llegar.
El desastre es de tal magnitud que nadie en esta comunidad se ha quedado al margen de lo que sucede a pocos kilómetros de su vivienda. La solidaridad espontánea de la sociedad civil hoy se ha concentrado en la Ciudad de las Artes. Ha sido emocionante ver a esos más de 100.000 voluntarios guardando fila desde primera hora para prestar su ayuda de una manera más ordenada.
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