¿Tienes sensación de sueño en situaciones, momentos del día o lugares en los que no tiene demasiado sentido sentir ganas de dormir? Entonces es posible que sufras hipersomnia: se trata, más que de una enfermedad, de un síntoma al que suelen hacer referencia los propios pacientes y que consiste precisamente en una tendencia a tener sueño en situaciones anormales. Cuando aparece, normalmente suele ir asociado a la presencia de alguna enfermedad, aunque también es posible que se trate de un efecto secundario de algún fármaco que provoque somnolencia. Pero ¿cuáles son los límites normales cuando nos referimos al sueño? ¿Cómo saber si tienes hipersomnia o si simplemente necesitas un descanso reparador para recargar las pilas?
Todos hemos tenido un mal lunes en el que sentimos que nos caemos por las esquinas, pero pasar algún que otro día con sueño (especialmente si arrastramos cansancio acumulado) no tiene nada que ver con la hipersomnial. De hecho, suele ser el propio paciente el que identifica que algo no va bien y que su nivel de cansancio ha aumentado con respecto a lo habitual, acudiendo entonces a un profesional que pueda identificar la causa. Básicamente, si sentimos más sueño que antes y éste afecta a nuestro día a día, lo mejor es salir de dudas e ir al médico.
Tal y como explica Clínica Universidad de Navarra, existen escalas de evaluación de la somnolencia, de forma que se puede estandarizar si nos encontramos con una somnolencia de carácter leve, moderado o marcado. Nuestros familiares y personas con las que convivamos también pueden ayudarnos a identificar hasta qué punto nos encontramos decaídos, al ser partícipes de nuestro estado cada día.
Posteriormente habrá que identificar la causa de la hipersomnia, que puede ser tan sencilla como la falta de descanso nocturno, pero también bastante más compleja. Si el sueño que experimentamos no es proporcional a nuestro nivel de descanso, habrá que investigar otras posibles causas. Por ejemplo, enfermedades sistémicas, enfermedades neurológicas o enfermedades propiamente del control del ritmo sueño-vigilia.
A ello se suma el hecho de que la ingesta de múltiples fármacos puede alterar el estado normal de vigilancia y producir la sensación anormal de somnolencia diurna. En estos casos hablamos de una hipersomnia secundaria, en contraposición a la hipersomnia primaria-idiopática (cuando se trata de la enfermedad primera).
Si el problema son lo fármacos, habrá que buscar una alternativa que no afecte a nuestro ritmo de vida o a nuestras capacidades. Si existe una enfermedad subyacente, tocará buscar el tratamiento apropiado. Por ejemplo, puede que sufras una enfermedad respiratoria como la apnea de sueño, o una insuficiencia respiratoria crónica con aumento del dióxido de carbono (enfisema, bronquitis crónica, hipoventilación crónica...). También es posible que la causa sea una enfermedad endocrino-metabólica, como el hipotiroidismo, o bien encefalopatías difusas por enfermedades renales o hepáticas, insuficiencia cardiaca o tumores.
No hay que descartar un posible cuadro infeccioso: sepsis, enfermedad del sueño... pueden producir somnolencia, sobre todo s la fiebre es alta o si afecta a niños o a personas de edad avanzada. Además, es posible que se trate de un caso de enfermedad propiamente del sueño: los cuadros más habituales suelen ser la narcolepsia y la hipersomnia idiopática.
En el caso de la narcolepsia o enfermedad de Gelineau, esta enfermedad es de carácter genético y suele aparecer en la juventud, provocando ataques bruscos de sueño que llevan al paciente a entrar en fase REM en un plazo muy breve (entre 1 y 10 minutos, frente a los 50 habituales). Las personas con narcolepsia pueden dormirse de forma repentina en cualquier contexto y posición, así como experimentar alucinaciones hipnagógicas (presentación de imágenes generalmente con sensación de pánico al entrar en sueño).