Auge y caída de Meg Ryan: cómo Hollywood dio la espalda a la reina de la comedia romántica

  • Meg Ryan regresa al cine con ‘Lo que sucede después’, una vuelta de tuerca a las comedias románticas tradicionales

  • Cirugías estéticas, un sonado divorcio y un cambio de registro que salió mal fueron la mezcla perfecta para que Hollywood la expulsase

  • Analizamos el porqué de los diez años de parón de una actriz que llegó a ser ‘la novia de América’

Las comedias románticas han vuelto. Realmente nunca se fueron, pero sí que parecen estar recuperando el brillo de antaño. Y sobre todo gracias a redes sociales como TikTok, que consiguen vitalizar cualquier cosa en cuestión de minutos. Si a eso le sumamos la aparición de nuevas estrellas como Sydney Sweeney o Nicholas Galitzine, tenemos la fórmula del éxito. Películas como ‘Cualquiera menos tú’ (219 millones en taquilla) o ‘Rojo, blanco y sangre azul’ en Prime Video han traído de nuevo ese amor romántico que tanto nos gusta, pero pasado por el filtro de la Generación Z. Algo no tan alejando a lo que nos dio este género en la década de los 90, con una estrella sobresaliendo por encima del resto. Estamos hablando de Meg Ryan, que regresa a la comedia romántica después de décadas apartada del cine que le dio el estatus de estrella, con ‘Lo que sucede después’, dirigida y protagonizada por ella junto a David Duchovny.

Pero, ¿por qué la novia de América (con permiso de Julia Roberts) desapareció del primer plano, cayendo en el olvido del espectador medio? Algunos lo achacaron a sus cirugías estéticas, otros a su cambio de registro, y la prensa lo atribuyó a su sonado divorcio con Dennis Quaid. Pero realmente, lo que provocó su caída en desgracia fue una mezcla de las tres cosas que podría resumirse en: una mujer tomando decisiones en Hollywood. Y ya sabemos que, en la Meca del Cine, no gustan las mujeres independientes que se enfrentan a la industria. No gustan esas actrices que buscan tomar las riendas de su carrera y de su vida. En cuanto Meg Ryan dejó de ser la vecina de al lado, la chica pizpireta con un sueño, que siempre buscaba un amor romántico marca Disney, su imagen cambió, y con ello, la percepción de un público que la dio de lado a la más mínima ocasión.

La reina de la comedia romántica

Pocos recuerdan que Meg Ryan, la actriz nacida en Connecticut en 1961, debutó en el mundo del cine apareciendo en ‘Ricas y famosas’, la última película de George Cukor, el rey de la screwball comedy de los 50. Es decir, la comedia romántica de entonces. Quizá ese inicio marcó el devenir de su carrera, como tocada por el destino. O quizá simplemente sea una maravillosa coincidencia. Porque tardó casi 8 años en volver al género. Entre medias, papeles en ‘Top Gun: ídolos del aire’ (aunque su personaje desapareciera en la secuela, al igual que el de Kelly McGillis), o ‘El chip prodigioso’, donde conoció a su marido Dennis Quaid.

La actriz parecía que iba a seguir cumpliendo el prototipo de chica rubia tonta, hasta que le llegó la oportunidad de brillar en ‘Cuando Harry encontró a Sally…’, película dirigida por Rob Reiner, y escrita por Nora Ephron. Importante este detalle, porque es muy clara la visión femenina de la historia, que plantea si un hombre y una mujer realmente pueden ser amigos. Por muchos especialistas, está considerada la base de la comedia romántica moderna. Y Meg Ryan era la protagonista, con tan solo 27 años. Pero no era esa rubia ingenua y fácil de convencer. De hecho, hasta fingía un orgasmo en medio de un restaurante. Una escena que ha quedado para el recuerdo, sugerida por ella, como confirmó Ephron más adelante.

Tras el éxito de ‘Cuando Harry encontró a Sally…’, la carrera de Ryan empezó a despegar. Ella, que quería haber sido periodista, y que odiaba por encima de todo ser el centro de atención, tuvo un ascenso al estrellato meteórico, encadenando grandes clásicos del género como ‘Joe contra el volcán’, ‘Algo para recordar’, ‘Cuando un hombre ama a una mujer’ o ‘French Kiss’. Su actitud divertida, algo alocada y torpe, e incluso ese aire de independiente, la convirtieron en una estrella capaz de atraer al público a las salas de cine. Y eso que, por el camino, rechazó grandes oportunidades de brillar como ‘Pretty Woman’ (curioso que la novia oficial de América consiguiera el título al rechazarlo Meg Ryan) o ‘Ghost’, papel que recayó en Demi Moore.

El mundo estaba enamorado de Meg Ryan. Brillaba con luz propia y esa imagen de ser una chica sencilla, como si pudiera ser tu vecina de al lado, caló en el público, se vieron reflejados en ella y, como suele pasar en tantas ocasiones, se volvieron posesivos. Sobre todo al ver su matrimonio de ensueño con el también actor Dennis Quaid.

¿Un cambio de género demasiado arriesgado?

Meg Ryan venía de encadenar varios éxitos seguidos, con ‘Anastasia’ (a la que puso voz), o ‘Tienes un e-mail’, su reencuentro con Tom Hanks tras ‘Algo para recordar’. Todo parecía indicar que la carrera de la actriz estaba en un punto perfecto. Pero su vida privada se interpuso y todo saltó por los aires. Durante el rodaje del thriller ‘Prueba de vida’, la actriz tuvo un romance con Russell Crowe, lo que provocó su divorcio. El matrimonio de ensueño se resquebrajó y la sociedad estadounidense, puritana hasta límites insospechados, se cebó con la mujer, como siempre. Daban igual las infidelidades, que eran un secreto a voces, de Dennis Quaid. Decenas de titulares de prensa se cebaron con la actriz y con su ‘desliz’ matrimonial. La película fue un fracaso en taquilla (ni siquiera recuperó lo invertido), y Meg Ryan cayó en desgracia.

Trató de reconducirlo todo regresando a la comedia romántica con ‘Kate y Leopold’, junto a Hugh Jackman, pero no acabó de funcionar. Y buscando romper con su papel de chica romántica, se alió con Jane Campion (directora de ‘El piano’), para dar un giro brusco a su carrera, con el thriller erótico ‘En carne vida’. Spoiler: no funcionó.

'En carne viva' fue un antes y un después en mi carrera. La reacción fue cruel

Célebre es la entrevista de la actriz con el histórico presentador británico Michael Parkinson, en la que la actriz se muestra a disgusto e incómoda por la continua presión del entrevistador sobre las decisiones de su carrera. “Ni siquiera le conocía. Pero ese hombre fue como una especie de padre que rechazaba mis decisiones. Fue de locos”, contó a la revista Marie Claire tiempo después. Meg Ryan nunca había querido ser una estrella, y cuando había querido tomar las riendas de su carrera, el público le había dado la espalda, metiéndose en su vida privada y rechazando sus riesgos como actriz.

Un regreso en sus condiciones

Desde las brutales críticas de ‘En carne viva’, Meg Ryan estuvo a punto de retirarse de la actuación. En los últimos veinte años, solo ha participado en nueve películas, y ninguna ha tenido el lustre de sus clásicos pasados. Sus operaciones de cirugía estética también fueron tema de debate en la prensa rosa y en los inicios de Twitter, porque al parecer, el público y Hollywood quieren a mujeres guapas y hermosas que no pueden envejecer, y si lo hacen, quedan relegadas a un segundo plano, salvo honrosas excepciones. La presión por mantenerse eternamente joven es tal (recordemos esa incisiva crítica al star system que es ‘La muerte os sienta tan bien’), que muchas de las actrices acaban pasando por el bisturí, forzadas por una máquina que no se detiene.

Pese a todo, Meg Ryan ha sabido reconducir su carrera. Sí, no tendrá el éxito de antaño, pero al menos puede hacer lo que quiere y bajo sus condiciones. Así estrena ‘Lo que sucede después’, dirigida, co-escrita y protagonizada por ella. Una comedia romántica que busca romper con los clichés, y que es una amarga metáfora de su carrera. Porque nos muestra lo que viene después del amor, o del desamor. ¿Qué es lo que queda? ¿Y cómo podemos reconducirlo? Meg Ryan lo tiene claro. “No pensar mucho en ello”, como confesó en una entrevista a Fotogramas.

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