Hasta hace no demasiados años, era necesario para controlar la presión de los neumáticos de nuestro vehículo parar en una estación de servicio y, mediante la maquinaria de la que se disponía (más o menos automática, y no siempre gratuita), comprobar que esta era la correcta y, si no lo era, proceder a su inflado o desinflado.
Sin embargo, a lo largo de los últimos años, todos los fabricantes incorporan en sus vehículos de forma obligatoria un Sistema de Control de Presión de Neumáticos, también conocido como TPMS. Dependiendo del vehículo y del fabricante, es posible encontrar distintas formas de medir la presión de los neumáticos de forma automática y comprobar que su presión es la correcta.
En aquellos casos en los que el neumático cuenta con una presión inferior a la que debe, su circunferencia se vuelve más pequeña, por lo que tiende a girar a más velocidad que una rueda que no ha perdido presión. En este caso, el encargado de medir la velocidad de las ruedas es el sistema antibloqueo (ABS) que, una vez que ha detectado esta diferencia de velocidad, manda una señal de aviso a la centralita del ABS que, a su vez, hace lo propio al cuadro de instrumentos.
A diferencia del método anterior, es la válvula de la rueda la que incorpora un sensor con batería integrada, que se encarga de medir la presión absoluta que hay en el interior del neumático. Esta información se envía mediante radiofrecuencia al control del sistema, que se encarga de lanzar alertas al usuario si se produce una oscilación.
Cuando esto ocurre, lo más aconsejable es circular a más baja velocidad y revisar lo antes posible la presión del neumático. Si una vez comprobada la alerta continúa activa, en este caso se debe realizar una diagnosis completa del sistema para conocer si existe algún fallo de funcionamiento del mismo.
En este método, tanto la válvula como el conjunto del sensor deben ser revisados cada vez que se sustituyan los neumáticos, tanto con inspección visual como con diagnóstico electrónico. La pila o la batería electrónica que incorporan no se puede sustituir, aunque tiene una duración aproximada de 10 años, por lo que debería ser suficiente para abarcar la vida útil del vehículo. En todo caso, si presenta un mal funcionamiento o se descarga por completo, el sensor se debe sustituir por completo.
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