Cuando María Pombo y Pablo Castellano se conocieron, en un Máster de tenis, ambos tenían pareja y, como eran vergonzosos, se cayeron fatal: “Yo pensé que él era idiota y él que yo era una flipada”. Se olvidaron el uno del otro. En junio, ella lo dejó con Morata y la ruptura se hizo pública: “Estaba triste y en agosto remonté”. ¿Qué pasó ese 15 de agosto?
“Me llegó un mensaje 'María, no sé si te acordarás de mí, soy Pablo Castellano, voy con un amigo a Santander' y empezó a hacerme comentarios como medio tonteando. Estuvieron dos días por allí, empezaron a hablar con él cosas tan normales, apreciando cosas de mí que antes, otros novios, no apreciaban, estaba dándome importancia, interesándose por a mí en cosas súper sencillas que nunca me habían preguntado”, cuenta María.
A la Pombo le parecía que Pablo “era muy mono” en este sentido, pero “rondaba por ahí que Pablo era gay porque es muy amigo de Fernando Tejero y yo pensé que podría ser”. María olvidó lo mal que estaba y se empezó a ilusionar. Comenzó a investigar si era cierto eso sobre su condición sexual. Tuvo él que habar de su exnovia para que ella se asegurara.
La cosa entre ellos avanzaba, pero María sentía que seguía enamorada de su ex y cortó el tonteo. Él le dio su espacio, pero tuvo claro que iban a acabar juntos: “Yo me quedé prendada por cómo se lo tomó, supo que yo el 17 de octubre, iba a ser su novia”. Intentó volver con su ex, pero ella ya tenía su cabeza en Madrid, pensando en Pablo.
Tras asimilar que su amor con el futbolista había terminado, decidió dar el paso. Había pasado un mes desde que María regresó de Italia y tardó en enviarle a Pablo ese mensaje clave que solo ellos entendía: el emoticono de una vaca. Aunque lo hizo de manera especial: “Me dijo, ‘lo sabía, llegamos al 17 de octubre’, y ya, desde ese día…”.
Por su parte, Pablo Castellano también se ha pronunciado al respecto y ha hablado de su historia de amor con la influencer: reconoce que él nunca ha sido ligón y que, cuando conoció a María no se conocieron “nada bien”. “Yo la prejuzgué mal, pensaba que era la típica chica guapa, flipada, y ella pensó lo mismo de mí. Estuvieron 4 años “de novios” y llevan 7 años juntos. Además, habla de su proposición: “Me dijo que sí sin que le preguntase”.
Más adelante, una vez terminadas las entrevistas individuales, María y Pablo hablan de su historia de amor y de sus inicios en la cocina: “Yo suelo hacer mal a la gente, de primeras, pero no por ser antipático, sino por ser vergonzoso”, confiesa él. Parece que les va muy bien juntos y Bertín decide hacerles un test para comprobar si están bien compenetrados. Descubrimos así las “taras” (así lo definen ellos) de cada uno de ellos.