La fama tiene sus subidas y sus bajadas y no siempre los artistas gozan de una buena solvencia económica. Lolita lo reconoce: “He tenido que pedir dinero para comer, para vivir y para pagar la hipoteca a mi hermana. Ahora no me puedo quejar, estoy al día con Hacienda, tengo trabajo y vivo de alquiler”. Solo hay una cosa que se le resiste... el amor.