Rocío Crusset vive y trabaja en Estados Unidos y allí conoció a su pareja, el empresario Maggio Cipriani. Carlos Herrera cuenta cómo fue el inicio de su relación con este hombre y la curiosa anécdota que le sucedió.
Herrera va a una vez al año a visitar a su hija y, en una de estas ocasiones, entró a comer en el restaurante Cipriani, pero no le quisieron atender porque no tenía reserva. El local estaba vacío y Carlos pidió que le atendieran, que tardaría veinte minutos en comer, pero no hubo manera.
“Yo me voy a acordar de los muertos de Cipriani el resto de su vida”, dijo en aquel momento. Meses después, descubrió que su hija había recibido noventa rosas rojas ¡de un tal Maggio Cipriani! “Le dije que le llamara para que le dijera que íbamos a ir a cenar tú y yo, que tengo una venganza histórica pendiente”.
“Cuando llegamos a donde el notas me dijo ‘dónde vas’, dos hombres salieron a recibirla que ríete tú de los japoneses que te saludan. Señorina Rocío, le decían. Cenamos y pregunté por el de las rosas, me lo presentó y bueno, forma parte de la familia ya”.
A pesar de esta anécdota, Carlos herrera solo tiene buenas palabras para su yerno, pues lejos de urdir una venganza, como bien había anunciado, decidió tomárselo todo con humor: “Es un tipo extraordinario, estoy contento, tienen una relación magnífica”.