Rocío Carrasco ha protagonizado una de las actuaciones más emocionantes de la noche. Junto a su amiga Anabel Dueñas, la hija de Rocío Jurado ha interpretado un villancico que su madre cantó junto a Raphael cuando ella era solo una niña: 'Los Campanilleros'.
Con un sentimiento especial y con la inestimable ayuda de los músicos que las acompañaban en directo, Rocío y Anabel han defendido a la perfección el villancico más flamenco de la noche.
La evolución de Rocío Carrasco ha sido muy notable y los miembros del jurado han coincidido en que esta ha sido la mejor actuación de la concursante desde que está en el programa. Además, el público del plató se ha puesto en pie tras escuchar a una Rocío que no habíamos visto hasta ahora: "¿Pero dónde tenías escondida esa voz, hija mía?", se preguntaba Adela González.
La hija de Rocío Jurado ha escuchado en esta séptima gala lo que sus compañeros opinan de ella. Con gran emoción, Rocío Carrasco ha oído cómo todos y cada uno de ellos se alegraban de que esté en el programa y de que vuelva a sonreír: "Ya era hora".
En especial, Ana María Aldón ha tenido unas palabras de cariño y agradecimiento para su compañera: "A veces no hace falta decirse nada, ella y yo nos entendemos con una mirada, cuando yo me he sentido cabizbaja y alicaída ella ha estado ahí".
El diseñador cordobés tenía preparada para Rocío Carrasco una sorpresa muy, pero que muy especial. José Perea diseñó hace unos años un vestido con la cara de la gran Rocío Jurado, una artista a la que admiró desde que era pequeño, y ahora ha podido regalárselo a su hija.
Rocío Carrasco ha recibido el regalo con gran emoción y ha asegurado que, después de ponérselo, lo va a donar para el museo de su madre: "Tiene que estar ahí".