Con el ordenador de Samir en su poder, la brigada jugaba a contrarreloj: debía acceder a él para encontrar alguna pista que les ayudara a impedir el que podría ser el mayor atentado de la historia de España a mano de los yihadistas. Los terroristas lo tenían todo preparado, las cargas radioactivas estaban activadas y los explosivos listos para la masacre, pero en el último momento sus planes se vieron frustrados gracias al gran trabajo del operativo.