Las dudas invadieron a Aisha en el momento clave: la inmolación. En el bar en el que debía hacer explotar la bomba que llevaba puesta en su chaleco entró en pánico y tras correr por las calles de Madrid, finalmente accionó el explosivo en un bar de pensionistas al grito de ‘Alá es grande’. Lo había hecho, pero no había cumplido el objetivo de los terroristas…