Pulsó en el último segundo y, entre lágrimas, Lucía se abrazaba a la coach: “La he visto un poco descontrolada pero con la voz que tiene nos teníamos que dar la vuelta”, decía Rosario. “Estábamos descontrolados los tres porque no estamos acostumbrados a este tipo de voces”, continuaba explicando la coach, pero sabía que no podía dejarla escapar.