Tras el asesinato de la líder del cártel para el que trabajaba Menchu, las narcomarujas y Antonio Recio tienen que encontrar a otro comprador para la droga. Gracias a un policía chachullero lo logran, pero la entrega está llena de contratiempos… hasta el punto de que se presentan a la entrega sin un solo gramo de la cocaína.
Tenían escondida la mercancía en las gambas del camión de Mariscos Recio y, para evitar problemas, solo conocían esta información Menchu, Yoli, Fina y el mayorista. Lo que no se esperaban es que a Berta le diera un ataque de altruismo y decidiera donar todo el contenido del camión al banco de alimentos en que Amador está trabajando (como parte de la pena impuesta por la juez por haber conducido borracho).
Las narcomarujas se cuelan en el almacén del banco de alimentos para llevarse todo el marisco y recuperar así su droga. Cuando parecía que todo iba bien, la encargada les pilló con las manos en la mesa y decidió tomarse la justicia con su mano: sacó una escopeta y no dudó en disparar a los ladrones. ¡Tuvieron que salir huyendo a toda prisa, pero el camión recibió unos cuantos balazos!