Y llegó el ‘baby boom’ a Montepinar: Cuquitos, Pollete, Dylan, Toñín y Ursulita
telecinco.es
21/04/201710:44 h.Los primeros que inauguraron Montepinar fueron los tres vástagos de los Cuquis. Carlota, Nano y Rodri llenaron la comunidad de risas, gritos, llantos y suciedad. Los cuquitos eran unos niños muy monos pero incontrolables.
Coque estaba hasta las narices de estos niños porque llegaban al portal y enseguida se lo manchaban todo (y otra vez le tocaba fregar). Lo que sí que es cierto es que tampoco ellos lo tenían muy fácil con sus padres, aunque querían aparentar ser una familia perfecta, muy pronto llegó la separación.
Y sí, Pollete fue uno de los motivos de la ruptura de Amador y Maite. La Cuqui con su pequeño desliz con el doctor Ventura hizo que su matrimonio se fuera al traste. Pero por si fuera poco, encima se quedó embarazada de otro cuquito, y el Capitán Salami no dudó ni un instante y lo reconoció como su hijo.
Amador Junior pasó a ser uno más de la familia, sin embargo también se convirtió en ‘Ojos de Pollo’ o ‘Pollete’, el pequeño era un tanto rarito y su papá le bautizó de esta manera.
Al poco tiempo también nació Toñín, fruto de una inseminación. Antonio quería regalarle un bebé a Berta porque no conseguía quedarse embarazada, y qué mejor manera que pidiéndoselo a Nines (la Bicho siempre estaba dispuesta a todo por dinero). Pero la beata no aceptó este regalo de su marido porque no era fruto de su vientre, así que el pescadero se lo devolvió a la montepinariana.
Casi a la par llegaron los dos últimos bebés de Montepinar, ellos son Dylan y Ursulita. El primero es hijo de Papuchi y Judith, y también fue un hijo no deseado. Enrique se empecinó en tener un hijo con su ‘Diosa Pelirroja’ pero ella no estaba dispuesta a sacrificar su vida y le engañó poniéndose un DIU. Para desgracia de la psicóloga, el anticonceptivo no funcionó y se quedó embarazada.
En el caso de Javi y Lola, tampoco fue un bebé buscado por la pareja. En su polvo de reconciliación, engendraron a la niña de sus ojos detrás del sofá de su precioso ático. Cuando llegó la hora de elegir el nombre, ahí tampoco la pareja se puso de acuerdo. Lola lo tenía claro, su hija se iba a llamar Úrsula, y Javi no entendió muy bien por qué quería ese nombre: "Eso no es un nombre, es una putada", aseguró el huevón.