Sandra Barneda les dio a los residente de Villa Playa y Villa Paraíso la oportunidad de apagar la luz de la tentación. Los chicos decidieron que no querían que sonara porque ese aviso les iba a cortar el rollo, impidiéndoles disfrutar de la experiencia. Las chicas no coincidieron con ellos y, por unanimidad, optaron por dejarla encendida: para ellas es una valiosa fuente de información que puede indicarlas qué está ocurriendo en la villa de sus novios.
Las primeras veces que sonó la luz de la tentación fue por Alejandro que, desatado y queriendo vengarse de Tania, propuso a sus compañeros jugar a la botella en una versión “muy picante”. Así, acabó pasándole un hielo por el pecho y el cuello a Vanesa y luego dejando que Miriam le besara intensamente en el cuello.
Las dos veces sonó la alarma en Villa Paraíso y las chicas se lo tomaron muy mal. No se creían que los chuicos estuvieran tan desatados. Zoe, que ya estaba durmiendo, salió al balcón en pijama para comentar lo ocurrido. Estaba muy enfadada.
Pero cuanto más sonaba la alarma, mejor se lo tomaban las chicas. En la segunda fiesta pasaron de los nervios y la preocupación al desparrame. Cada vez que se encendía la luz de la tentación, Zoe capitaneaba al grupo: hacían un baile, bebían y se divertían, intentando olvidar qué estaban haciendo sus parejas. Todos menos Gal·la, que era quien peor lo estaba pasando.
Llamó mucho la atención el cambio de actitud de Zoe, que pasó de estar llorando en la habitación a ser la reina de la fiesta. Sus bailes y su twerking en la piscina causaron sensación entre los solteros.