La atracción entre David y María se notó desde el primer día que se conocieron en Villa Playa. A pesar del tonteo y de que claramente se gustaban, el novio de Elena estaba convencido de que nunca iba a cruzar los límites y de que no iba a caer en la tentación. Pero ya en el programa anterior de ‘La isla de las tentaciones’ vimos como sus palabras quedaron en nada cuando se besó con la soltera en la cama de su habitación.
Los dos se dejaron llevar por la pasión y, como el propio David confirmó, hubo más que besos en ese primer encuentro: “María y yo teníamos una tensión que no se podía controlar. Debajo de las sábanas María me ha tocado, yo la he tocado, nos hemos calentado…”, dijo a la cámara.
Luego durmieron juntos y, cuando ella se fue a su habitación, al novio de Elena se le cayó el mundo encima y se puso a llorar por lo que había hecho, sabiendo que iba a hacerle muchísimo daño a su todavía novia.
A pesar de sus lágrimas por haberse dejado llevar, David no cambió su actitud con María. En la piscina siguieron acercándose y la tensión volvió a explotar… hasta el punto de que acabaron teniendo sexo.
David no es el único que se está comiendo la cabeza por lo que está sintiendo en Villa Playa. También María, que se derrumbó y le confesó al novio de Elena la razón: “Me da mucho miedo pasarlo mal. Que ahora veas a Elena y te de igual lo que yo sienta, lo que yo piense o lo que hayamos vivido”, le dijo.
David respondió que nunca podía darle lo mismo lo que ella sintiera porque lo que sentía era real: “A mí me gustas de verdad, pero sí es verdad que tengo un cacao mental. Nunca sé lo que voy a decir, mi cabeza es impredecible”.
En la hoguera, David se derrumbó completamente por cómo se había comportado y por su infidelidad a Elena. No vio imágenes de su novia, lo que le provocó un gran disgusto porque estaba convencido de que ella le habría visto con María y que lo estaría pasando muy mal.
Cuando acabaron de ver las imágenes de todas sus novias y se marchaban de la hoguera, el novio de Elena volvió a recaer y se puso a gritar, culpable por lo que había hecho.