La quinta edición de ‘La isla de las tentaciones’ llegó con una importante novedad. La luz de la tentación pasó de ser una sola a convertirse en una línea de cinco luces. Cada una de ella, destinada a cada una de las parejas. Lo que nadie se esperaba es que todas podían iluminarse a la vez.
Villa Playa se preparaba para una nueva fiesta temática. Las chicas y todos los tentadores se vestían de rojo y ellas preparaban un especial inicio de la noche. Subidas a la mesa del salón, realizaban la sensual coreografía que habían preparado para la ocasión.
Al terminar su baile, las chicas se daban simpáticos piquitos entre ellas. Sus gestos han hecho que todas las luces de la tentación se activaran a la vez en Villa Paraíso. Sus parejas, que también disfrutaban de una noche de fiesta, alucinaban con lo que estaban viendo.
“Yo creo que hay que devolvérsela, o todos o ninguno”, reaccionaba Mario. Javi se negaba a seguirle el juego: “No me hagas eso a mí, bro, que voy a quedar yo de tonto. Yo no quiero, a mí me angustia”. El novio de Claudia prefería consolarse pensando que se trataba de un juego.
Sin pensárselo dos veces, los chicos se disponían a realizar juegos subidos de tono que pudieran hacer estallar todas sus alarmas en Villa Playa. Cristian se lanzaba a hacerle un baile sexy a Jéssica y activaba así su luz.
Por su parte, su novia Ana decidía separarse del grupo: “A mí estas cosas no me gustaría verlas, no me siento cómoda”, explicaba. “No entiendo que mis compañeras se pongan tan al límite, ahora mismo no me nace ser así”.
Lejos de calmarse los ambientes, la noche seguía avanzando en ambas villas. Las chicas se enfrentaban al juego de la botella y Paola le pasaba un hielo a Vladi por todo el torso. Su luz, en efecto, se activaba de nuevo en Villa Paraíso despertando una vez más todas las dudas. Eso sí, Andreu tuvo un presentimiento: “Yo creo que es la mía”.
Más tarde pasaban de los hielos a la crema de cacao. Después de que Hugo Paz la comiera de la nariz de Tania, Álvaro Boix decidía extenderla por los alrededores de la boca de Claudia. Y, una vez más, otra de las luces se activaba en la villa de los chicos. Javi tenía claro que era la suya y decidía irse a dormir.