Maite Galdeano cumple con rigurosidad todas las mañanas con su tarea semanal: despertar a sus compañeros ‘residentes’. Antes, se preocupa por despertar a su hijo y compañero de tarea que, aunque le cuesta algo más levantarse, también se mete profundamente en el papel.
Todavía con el pijama puesto, madre e hijo se enfundan con sus cacerolas y utensilios ruidosos para despertar a los ‘residentes’, a algunos con más delicadeza que otros. Los primeros fueron Oriana e Ivan que, aunque habían cerrado quitando la manilla, Cristian se las ingenió para abrir con un cascanueces la puerta.
Al no esperarse que pudiesen entrar, el susto de la pareja fue mayúsculo, en especial el de Oriana que no daba crédito y se le desencajaba el rostro. “Me cago en la p***”, aseveraba ella todavía con el susto en el cuerpo.
No mucho mejor se lo tomaron María Jesús y su madre Juani, que al oírlos con las cacerolas se apresuraron a cerrar la puerta de muy malas maneras.