FaceApp: los riesgos a los que te puedes exponer al utilizar la aplicación del momento
La política de privacidad es de lo más ambigua y abusiva
Los usuarios aceptan que recolecten todo el contenido que generan
El hecho de que la compañía tenga sede en Rusia es determinante para los datos
No es nueva. La aplicación FaceApp ya ha tenido sus momentos de gloria varias veces. Lo hizo en el año 2017 debido a una función que permitía aplicar filtros que emulaban diferentes etnias y comenzó a virilizarse hace meses en Estados Unidos gracias a la opción que ahora se ha puesto tan de moda en nuestro país: parecer más mayor.
Desde hace unos días, muchos son los usuarios que han compartido en sus redes sociales imágenes realizadas con esta aplicación. Selfies en los que mediante un algoritmo y redes neuronales la persona se puede ver como si tuviera 60 o 70 años.
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Sin embargo, antes de poder utilizar la aplicación, los usuarios han tenido que firmar una política de privacidad de lo más ambigua. En ella, los ciudadanos aceptan que la compañía recolecte todo el contenido generado por el usuario, desde las fotos hasta el nombre o correo electrónico.
“La cláusula de los términos del servicio de esta aplicación es, a mi modo de ver, abusiva”, asegura a Informativos Telecinco Borja Adsuara, profesor y experto en Derecho, Estrategia y Comunicación Digital. “En este caso, aunque lo tendría que declarar un juez, la cláusula en la que cedes tú tus derechos de propia imagen, de propiedad de datos e intelectual simplemente por hacerte una fotito como juego me parece desproporcionada”, continúa.
Una opinión que también comparte la profesora especializada en Ciberseguridad e Investigadora, Marta Beltrán. “Este caso no es muy distinto al de todas las aplicaciones que utilizamos normalmente”, asegura la experta, quien además recuerda que todo lo que es gratis en internet, en realidad tiene un precio. “El 99,99% de las condiciones que firmamos en internet todos los días son así”, afirma.
Una legislación complicada
La aplicación FaceApp pertenece a la compañía Wireless Lab, con sede en San Petersburgo, Rusia. Este hecho puede ser determinante en caso de que se actúe de manera fraudulenta con los datos. “Hay que tener claro que es una empresa rusa y que te arriesgas”, afirma Adsuara.
Según el Reglamento Europeo de Protección de Datos, en este tipo de cláusulas tiene que constar expresamente para qué finalidad se van a destinar los datos y hay que dar el consentimiento expreso y específico para cada una de ellas. Sin embargo, como Rusia no estar dentro de la Unión Europea, la aplicación del reglamento se complica.
“Este recoge que cuando prestan servicios a ciudadanos europeos se tiene que aplicar la normativa, pero para eso hay que obligarles a que tengan una filial en Europa, como han hecho con Facebook o Google. Si FaceApp tuviera una sede en Europa se le podría multar”, asegura Adsuara, quién recuerda que lo importante es saber “quién responde, dónde responde y bajo qué jurisdicción responde” la empresa si pasa algo.
El usuario tiene la última palabra
Por su parte, Beltrán recuerda que, en principio, por el simple hecho de ser ciudadanos europeos, nos protege la regulación independientemente de la sede, aunque reconoce que puede ser complicado reclamarlo. “En el momento que utilizamos aplicaciones y servicios de empresas estadounidenses, chinas o rusas, por ejemplo, no aplica en principio la regulación europea, por lo que puede ser un poco más complicado saber a quién reclamar si hay un problema o saber hasta qué punto estamos protegidos”, asegura.
La experta pone también el punto de mira en los usuarios, que al final son los que dan su consentimiento. “El problema no es tanto un tema regulatorio, porque por mucho que obliguen a las empresas a decirnos cómo lo van a hacer y para qué, si tú tienes un 90% de los usuarios que no se lo leen y lo aceptan pues es muy complicado”, reconoce Beltrán, quien continúa: “Pesa más el poder usar una aplicación que lo que ello conlleva".
La importancia del reconocimiento facial
La importancia de las fotografías y el uso que hacen las empresas de ellas es cada vez más grandes debido al reconocimiento facial, ya que es el rasgo que más nos identifica, lo que también puede ser un problema.“Si en algún momento de tu vida, tú tenías una contraseña y se ve expuesta, la cambias. Sin embargo, si la que se ve expuesta es tu cara o tu huella dactilar no la puedes cambiar. Entras en datos muy sensibles que van contigo toda la vida y que no puedes cambiar”, asegura Beltrán.
Ambos expertos coinciden en que su aplicación bien utilizada es muy positiva y se puede utilizar en una gran cantidad de campos, como la seguridad, la sanidad o la banca. Sin embargo, existen ejemplos, como el del Gobierno chino con la vigilancia en la calle, que ensombrecen su uso.
“Hay sospechas de que determinadas empresas están probando sus modelos con caras sin haber pedido permiso a esas empresas para utilizarlas porque esas imágenes están disponibles en redes sociales”, asegura Beltrán, quien añade que este es el origen de toda la polémica con este tipo de aplicaciones.
Adsuara, en cambio, pone el foco en el uso que se hace de la tecnología. “Lo que hace es crear patrones. Por lo tanto, entre todos estamos ayudando a que vayan mejorando los sistemas de reconocimiento facial. Lo cual tiene su lado bueno y su lado malo”, asegura. Además, añade: “El problema no está en la tecnología sino en la naturaleza humana y en el uso que nosotros hacemos de ella”.