El sueño de morir a la vez tras 80 años de Jesús y Josefa no se cumple por 14 horas, pero comparten esquela
La pareja murió en su casa de Coruña con 14 horas de diferencia
“No podían estar el uno sin el otro”, afirma Silvia, su nieta
El pueblo entero de O Burgo llora sus muertes
Debe ser verdad de que el amor puede con todo. En el caso de Josefa Pintor y Jesús Vázquez, una matrimonio centenario, el amor era tan grande que “ni la muerte pudo con ellos”. La pareja, coruñesa, ha fallecido junta, en su casa con solo 12 horas de diferencia.
“No podían estar el uno sin el otro”, ha contado su nieta, Silvia Vázquez. Su abuelo, Jesús, de 105 años, “ya no veía muy bien y si notaba que ella no estaba se ponía nervioso y no paraba de llamarla. Hasta que ella no le contestaba no se quedaba tranquilo”.
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Josefa, de 98 años, murió el día 4 a los 12h del mediodía. Jesús, 14 horas después, a las 2 de la madrugada. Estaban bien a pesar de la edad y hasta no hace demasiado tiempo vivían solos en O Burgo, Coruña. Aunque es cierto que ella empezó a desarrollar demencia hace algunos años. No obstante, tenía sus momentos de lucidez y conocía a sus hijos, nietos y bisnietos. Aún tenían fuerzas incluso para disfrutar de sus siete bisnietos. Él aún iba a hacer los recados. Y estuvo pendiente de su mujer hasta el final. Cuando velaban a Josefa, Jesús decidió acompañarla.
Sin embargo, hace 15 días los dos se pusieron “malitos y dejaron de comer. Era muy difícil alimentarlos con jeringuillas”.
Los abuelos de O Burgo
Josefa y Jesús llevaban 80 años de matrimonio. Durante ese tiempo nunca se separaron. Se conocieron con 18 años trabajando.
Siempre vivieron en una pequeña aldea coruñesa hasta que se prejubilaron con poco más de 50 años y se fueron a vivir a O Burgo para estar más cerca de sus hijos. Allí todo el mundo les conocían. “Los llamaban los abuelos d O Burgo”, dice su nieta. La pareja acostumbrada a la vida del campo, se adaptó muy bien a la vida en la ciudad. Eran grandes aficionados a las cartas y habituales del hogar social y de misa.
Cada año desde el Ayuntamiento de Culleredo le hacían un homenaje por sus cumpleaños y le llevaban flores, afirma Silvia, una de sus 10 nietos.
“De familia humilde siempre ayudaban a los demás con lo que tenían”, dice Silvia que asegura que todo el pueblo está apenado tras su fallecimiento. Una muerte que como bien dijo el cura en el funeral celebrado este jueves “ni la muerte pudo con ellos”.
Su sueño no se cumplió pero sí compartieron esquela y entierro como no podía ser otra forma en el diario La Voz de Galicia que también recrea la historia que se esconde tras ella, una nueva historia de amor hasta el final y que no es la primera que conocemos en estos tiempos de pandemia. En la esquela la familia reconoce que en entierro de Josefa se posponía para poder enterrarla con el amor de su vida, Jesús, ese hombre que estuvo con ella hasta el fin. No cumplieron su sueño por 14 horas, pero sí van a celebrar su entierro juntos y han compartido esquela. Juntos, pues hasta el final.