Las claves del caso Gabriel: la autopsia y la crónica de su arresto juegan contra Ana Julia
Le golpeó contra el suelo, la sangre quedó en las piedras y noqueado lo asfixió, según la autopsia
Ana Julia intentó involucrar a su ex, pero el error al dejar la camiseta fue definitivo
Gabriel nunca tuvo oportunidad de defenderse, pero la defensa apostará por el homicidio imprudente
Le golpeó contra el suelo, la sangre quedó en las piedras y noqueado lo asfixió con tal agresividad que las heridas que le dejó en la boca y la nariz parecían más golpes. Lo dice la autopsia que explica que los golpes y la asfixia se produjeron en la misma secuencia. Gabriel no puso defenderse con la estatura y el peso de su edad, 8 años, no opuso resistencia, no tenía restos de defensa en las uñas. Se lo había llevado a la finca engañado.
Ana Julia intenta disfrazar el crimen de homicidio imprudente. Llora, pero se defiende con garra:
MÁS
“Digo, Gabriel dame el hacha que te vas a hacer daño y me dice: No, no te la doy que siempre me estás mandando y no quiero que me mandes. Eres fea, yo quiero que mi padre se case con mi madre y te deje a ti. No te quiero."
"Yo le puse la mano para que dejara de decir esas cosas y de chillar.
¿Con esa mano le puso en la boca y en la nariz? Le pregunta el juez instructor.
"Sí le tapé todo".
¿Su intención cual era?
"Que dejara de decir esas cosas. Cuando le quité la mano el niño ya no respiraba.”
Ana Julia tenía el enterramiento para Gabriel preparado, lo explican los autos del juez, y después de fumarse unos cigarros lo enterró debajo de lo que iban a ser unas jardineras. De momento, puso unos tablones, pero tenía planes para el futuro y ella se iba a asegurar que nadie lo encontrara porque pensaba vivir en esa finca de Rodalquilar con el padre del pequeño. Esa tarde después de matarlo se quedó a pintar en la casa para que la pintura fresca reforzara su coartada. Le había pedido a Ángel, el padre de Gabriel que le quitara la alarma para ir a pintar. Pero además le había quitado un juego de llaves de la finca, porque la visitó para preparar el crimen, y para controlar el enterramiento una vez perpetrado.
La pista falsa de la camiseta, su gran error
Un macabro plan, dice el juez, que solo una persona con esa falta de humanidad y sentimientos podía llevar a cabo. Le quitó la ropa al niño y la guardó en la casa antes de arrojarla a un contenedor. Compró una camiseta y se la probó para dejar la pista falsa. La abuela no reconoció la que encontraron. Aseguraba que le había vestido ella y no era la hallada después. Fue el mayor error de Ana Julia. Estaba seca y esos días había llovido muchísimo. Ni siquiera Ángel la creyó, aunque para entonces se puso a seguirle le corriente.
Quiso involucrar a su exnovio
Ana Julia dejó la camiseta cerca de casa de su ex novio porque pensaba incriminarle. Había escuchado que se hablaba de una furgoneta blanca y al ver la oportunidad de meter a Sergio en su plan porque tenía un vehículo parecido, se le ocurrió dejar allí la camiseta. Pero Sergio dio otra pista a los investigadores que dirigieron las miradas hacia ella, y hacia una cámara de un hotel que grabaría el coche de Ana Julia el día en que la camiseta fue hallada.
Tenía un oscuro pasado con la muerte de su hija pequeña en Burgos al caer desde una ventana. Los investigadores no dejaron de seguirla. Llegaron a pensar que lo tenía vivo porque compró comida y fue a la finca. No una vez, varias. Pero, al acecharla, ella estaba cada vez más nerviosa. Tomaba sedantes y se los daba al padre de Gabriel para que no estuviera demasiado atento a sus errores. La familia también recordaría los lamentos de Ana Julia. "Al niño se lo han llevado, al niño lo han matado. Tengo que cuidar a Ángel... No pasaron desapercibidos para la tía, la abuela y la prima. Todas declararon en contra de Ana Julia. Fueron 13 días de tortura, para los padres sobre todo, que acabaron cuando la Guardia Civil consiguió que Ana Julia creyera que iban a registrar la finca. Se puso tan nerviosa que decidió desenterrar el cadáver. Pero la tenían controlada con micros, incluso en el coche. Ella no había entregado su teléfono con la excusa de que lo había perdido.
Los agentes de la UCO la siguieron y vieron cómo cogía el cuerpo del pequeño y la escucharon murmurando. Iba maldiciendo en el coche. “No quieren un pez, pues van a tener un pez por mis cojones”. No sabía dónde llevarlo. Dio vueltas por los invernaderos y al final se dirigió a la vivienda que compartía con Ángel en Vícar. La detuvieron antes de entrar en el garaje. Iba llena de tierra y a los agentes les dijo que llevaba un perro en el maletero.