Pus en el ombligo, a qué se debe y cómo tratarlo a cualquier edad
La onfalitis o infección del ombligo suele deberse a una mala higiene
En los recién nacidos puede darse por infección del cordón umbilical
La infección se trata mediante una correcta higiene y antibióticos, en general
El pus en el ombligo, como en cualquier otra parte del cuerpo, es síntoma de que hay una infección. El enrojecimiento, mal olor o hinchazón pueden ser otros síntomas de que algo no va bien. ¿A qué se debe la onfalitis y cómo puede tratarse?
La onfalitis o infección del ombligo sucede lentamente en los adultos. Generalmente se produce porque se descuida la higiene de este rincón olvidado del cuerpo, pero también puede deberse al roce de ciertas telas o botones que causa irritación.
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En los recién nacidos, la onfalitis puede darse en los primeros días de vida, con el cordón umbilical todavía fresco. Generalmente en estos bebés se realiza una cura local, aunque en los casos más graves requiere de ingreso hospitalario.
Síntomas que nos avisan de una onfalitis
El más común es el mal olor en el ombligo, puesto que las bacterias provenientes de células muertas o de la propia sudoración del cuerpo se acumulan en él. Otros síntomas que se repiten casi siempre son el enrojecimiento, la hinchazón, sentir la zona caliente o segregar pus.
Cómo tratar la infección de ombligo
El tratamiento de la onfalitis consiste en una adecuada higiene del ombligo, junto con antibióticos o pomadas. Es importante lavarlo bien sobre todo si hacemos ejercicio, por ejemplo, o si hemos estado en la playa, ya que son situaciones en las que se ensucia más. Sólo en casos muy extremos se procede a un drenaje quirúrgico.
En bebés, como decimos, todo depende del diagnóstico del médico. La solución puede pasar por una cura puntual en la zona o puede que se tenga que intervenir.
En los casos en los que la infección es recurrente incluso manteniendo la higiene del ombligo, puede ser una señal de alerta de otras complicaciones. La más común asociada a una onfalitis recurrente es un cierre incompleto del uraco –el conducto que conecta la vejiga con el ombligo del feto, que normalmente se obstruye en el momento del nacimiento sin dar problemas–, aunque otras afecciones que pueden estar asociadas son un quiste epidérmico, una hernia umbilical o una endometriosis, por ejemplo.