El lado oscuro de las mascarillas y los guantes que previenen el coronavirus, pero contaminan el medioambiente
Su elevada composición plástica los hace difícilmente degradables
Los guantes, las mascarillas y otros productos sanitarios que han servido para protegernos contra el coronavirus, también suponen un desafío de carácter medioambiental. Por su composición de plástico se están transformando en residuos difícilmente degradables y por ello altamente contaminantes.
El uso masivo de guantes y mascarillas, obligatorias en España con una elevada composición plástica ponen en riesgo su permanencia en la naturaleza que se prolonga por décadas, liberando sustancias tóxicas adheridas y pequeños fragmentos que llegan a los ríos, al mar y al estómago de muchos animales.
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El Proyecto Libera, impulsado por SEO/BirdLife y Ecoembes, ha lanzado una campaña para evitar que esta nueva 'basuraleza' sea abandonada en parques, jardines o espacios verdes. En ese sentido, el objetivo es sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de hacer una correcta gestión.
“Los guantes y mascarillas, a pesar de estar hechos en su mayoría con polímeros derivados del petróleo, como nitrilo o neopreno, deben ir al contenedor de basura habitual, el de rechazo o resto, y nunca al amarillo, destinado a envases de plástico, briks y latas”, recuerda Sara Güemes, coordinadora del Proyecto Libera en Ecoembes.
Su correcto reciclaje es la vía más fácil y mejor a corto plazo “para evitar que se conviertan en un problema irreversible para el entorno y para la fauna que habita en él”, subraya.
Miguel Muñoz, coordinador del proyecto en SEO/BirdLife, “ante una crisis sanitaria como la que estamos inmersos, la prioridad absoluta es parar al virus, y por eso las otras vías para luchar contra este tipo de residuos, como son la reducción y la reutilización, está supeditada a lo que dictaminen las autoridades sanitarias”.
Muñoz recuerda en declaraciones a Efe que “antes de que tuviéramos el coronavirus ya generábamos plásticos de un solo uso en un modelo insostenible” y las mascarillas y guantes “no vienen sino a agravar esta situación”.
“El problema de la basuraleza, de los plásticos en la naturaleza, no es la enfermedad, sino los síntomas de la enfermedad; la enfermedad es un modelo de producción y consumo de forma lineal que no es sostenible con los recursos naturales que tenemos, un modelo cuyo objetivo es producir, consumir y tirar y sobre el que ya veníamos alertando”, explica al tiempo que reconoce que “hemos avanzado mucho en el mensaje sobre el abandono de plástico y vemos que va calando en la sociedad”, le preocupa que ahora haya "un retroceso".
“El ser humano es un animal de costumbres, nuestros hábitos cuesta mucho modificarlos, pero en época de crisis nos cuesta poco volver a lo de antes y de nuevo tenemos que empezar en ese trabajo ya hecho”, lamenta. Sin embargo, el responsable de SEO/BirdLife, admite que " es un momento excepcional, temporal".
Por eso insta a abrazar a la ciencia, al conocimiento científico para que la protección del virus esté acompasada con el cuidado al medio ambiente”. “Una de las cosas que ha dejado patente la COVID-19 es que el mundo ha dependido de la fabricación de un material en un país parado por la pandemia -señala- y esta situación debe hacer a los gobiernos replantearse apostar por ciertas industrias nacionales aunque sean menos rentables”.
Producción de mascarillas biodegradables
En este sentido, aplaude un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre la producción de mascarillas con otros polímeros que no sean plásticos y sí biodegradables; “el coste ambiental no puede ir asociado a parar el virus, debemos remar todos en el sentido de que estos residuos no supongan un problema ambiental añadido y ni no vamos a ser capaces de competir en plásticos con China, podemos ser pioneros en poner en el mercado nuevos materiales”.
Miguel Muñoz apela al conocimiento científico “para que la gente tenga la información del impacto de sus acciones, más allá del daño estético y que sepa que un acto que parece inocuo conlleva un importante daño ambiental”, aunque subraya que “la solución final está en erradicar este modelo de consumo insensato e insostenible”.
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