La depresión va más allá de la tristeza puntual: síntomas y señales de alerta que debes tener en cuenta
La depresión tiene una incidencia cada vez mayor en España, y ya afecta a más de 5 por ciento de la población adulta
Sus síntomas van más allá de la tristeza puntual y, en mayor o menor medida, afectan al desarrollo de la vida de quien la padece
Sus causas son muy diversas y pueden estar relacionadas o no con eventos de la vida del paciente
La salud mental se ha convertido en un tema central en la agenda del Gobierno y en una preocupación creciente para miles de ciudadanos, especialmente a raíz de la pandemia por coronavirus. De hecho, se barajan nuevos tratamientos pensados para reducir sus efectos en los casos más severos, como es el caso de la esketamina, una sustancia de momento rechazada por el Ministerio de Sanidad, ideada para tratar los casos de depresión severa. ¿Qué es exactamente la depresión y qué tipos de depresión existen? ¿Cuáles son sus síntomas y en qué momento debemos pedir ayuda o facilitársela a nuestro círculo?
Depresión: una enfermedad que afecta a más del 5% de la población en España
MÁS
En España, a mediados de 2020 ya había 2,1 millones de personas con un cuadro depresivo, lo que supone el 5,25 por ciento de la población mayor de 15 años de todo el país, según la más reciente Encuesta Europea de Salud, difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado 2021. Además, España es el país europeo con mayor prevalencia de trastornos mentales en niños y adolescentes de 10 a 19 años, según el último informe sobre el "Estado Mundial de la Infancia 2021", publicado por Unicef.
Por eso es tan importante conocer cuáles son su síntomas, de forma que podamos actuar cuanto antes y ayudarnos a nosotros mismos o a quienes nos rodean a obtener la ayuda necesaria. Si atendemos a su definición veremos que la depresión es un trastorno emocional que provoca en quien lo padece un sentimiento de tristeza constante y una pérdida de interés en realizar determinadas actividades: es posible que, si sufres esta enfermedad, te cueste mucho trabajo realizar tareas cotidianas y que, de alguna forma, sientas que pierdes las ganas de vivir.
Esta enfermedad también puede llamarse 'trastorno depresivo mayor' o 'depresión clínica', y afecta los sentimientos, a los pensamientos y al comportamiento de una persona, teniendo la capacidad de provocar distintos problemas físicos y emocionales. Además, hay que tener en cuenta que no todas las depresiones son iguales, tanto por su origen como por los síntomas que experimenta quien la padece.
Tal y como recuerda Mayo Clinic, la depresión debe diferenciarse de la tristeza pasajera. Así, es normal que pasemos por periodos en los que nos sintamos tristes y desanimados pero, cuando hablamos de depresión, hacemos referencia a un estado que no desaparece de la noche a la mañana, que puede requerir tratamiento con medicamentos y que debe implicar algún tipo de terapia psicológica para poder salir de ella.
En cuanto a los síntomas de la depresión, encontramos los siguiente:
- Tristeza, ganas de llorar, vacío o desesperanza.
- Arrebatos de enfado, irritabilidad o frustración, incluso por asuntos de poca importancia.
- Pérdida de interés o placer por la mayoría de las actividades habituales o por todas (relaciones sexuales, aficiones, deportes...).
- Alteraciones del sueño, como insomnio o dormir demasiado.
- Cansancio y falta de energía, por lo que incluso las tareas pequeñas requieren un esfuerzo mayor.
- Falta de apetito y adelgazamiento, o más antojos de comida y aumento de peso.
- Ansiedad, agitación o inquietud.
- Lentitud para razonar, hablar y hacer movimientos corporales
- Sentimientos de inutilidad o culpa, fijación en fracasos del pasado o autorreproches
- Dificultad para pensar, concentrarse, tomar decisiones y recordar cosas
- Pensamientos frecuentes o recurrentes sobre la muerte, pensamientos suicidas, intentos suicidas o suicidio
- Problemas físicos como dolor de espalda o de cabeza.
Tipos de depresión
Existen distintos grados de gravedad en esta enfermedad: así, la depresión puede clasificarse en leve, moderada o grave, y para comprender en qué punto se encuentra el paciente, será necesario atender al número y la intensidad de los síntomas. Para ello es imprescindible acudir a un profesional de la salud mental pero, en general, y de forma orientativa, esta es la forma de clasificar la depresión en función de su gravedad:
- Depresión leve. En este caso, los síntomas afectan poco a la vida diaria, o lo hacen solo en algún aspecto específico.
- Depresión moderada. Los síntomas y las limitaciones no son tan específicos como en la primera, pero tampoco tienen carácter generalizado, como sí ocurre en el caso de la depresión grave.
- Depresión grave. Hablamos de depresión grave cuando los síntomas pueden llegar a causar deterioro o incapacidad en distintos aspectos de la vida cotidiana.
Además, en función de la gravedad, también existen distintos tipos de trastornos depresivos:
- Trastorno adaptativo. Se asocia con la depresión leve y suele tener que ver con un problema puntual. También hace referencia a un trastorno que se presenta en un periodo de tiempo corto.
- Trastorno distímico o distimia. En este caso, los síntomas son de larga duración (dos años o más) y más graves que en el caso anterior, sin incapacitar a la persona, pero sí impidiéndole el desarrollo de una vida normal. Además, las personas con distimia pueden llegar a padecer uno o más episodios de depresión grave a lo largo de sus vidas.
- Trastorno depresivo grave. La depresión grave combina síntomas que, en conjunto, impiden a quien la padece trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de las actividades que antes le resultaban interesantes y placenteras. Es el estadio más grave, donde la persona no puede desenvolverse con normalidad. Puede ocurrir una sola vez, pero normalmente se repite cada cierto tiempo.
Además, existen otros síndromes depresivos que pueden formar parte del conjunto de síntomas de otras enfermedades psiquiátricas. Es el caso del trastorno bipolar o la fobia social. También pueden asociarse con enfermedades no psiquiátricas, tales como anemias, esclerosis múltiple, hipotiroidismo, cáncer, etc. También puede hablarse de depresiones con ciertos matices distintos a los de los casos anteriores, como la depresión postparto, el trastorno afectivo estacional o la depresión psicótica.
También podemos clasificar la depresión en función de su causa:
- Depresión endógena. Ocurre cuando la causa de la depresión es interna, de origen biológico, relacionada con la herencia o predisposición genética de quien la padece. Se la conoce también como melancolía o tristeza vital, y no suele relacionarse con acontecimientos vitales concretos, aunque éstos pueden agravarla. En general, quien la padece pierde la capacidad del disfrute de forma persistente, aunque es frecuente que el estado de ánimo mejore a medida que avanza el día. También pueden aparecer ideas delirantes o irreales, y existe un mayor riesgo de suicidio. Además, puede ser unipolar, tomar forma de episodios depresivos aislados, o bien constituir un trastorno bipolar.
- Depresión psicosocial o exógena. Esta depresión tiene su origen en hechos o eventos vitales estresantes y/o negativos. Por ejemplo, la pérdida de un familiar o amigo, problemas laborales, una mala relación, una enfermedad grave... A su vez, esta depresión puede ser neurótica (causada por trastornos de la personalidad o formas de ser concretas, como la dependencia, el pesimismo, el nerviosismo...) o reactiva (como respuesta a una situación adversa, siendo una respuesta exagerada o prolongada en el tiempo).