El Banco de España desvela los trabajos que podrían no pisar la oficina nunca más
Pone como ejemplo el norte de Europa y destaca que España está por debajo de la media europea en teletrabajo
Cree que sería una opción viable para seis de cada diez trabajos cualificados
También lo considera una vía para los trabajadores de más de 65 años
El Banco de España considera que hay un amplio margen para aumentar el teletrabajo en la mayoría de los empleos, pudiendo llegar hasta el 60 % en el caso de los trabajos con mayor cualificación. Según el artículo analítico "El teletrabajo en España" publicado este martes por la entidad, el 30,6 % de los ocupados podría teletrabajar, al menos ocasionalmente, lo que supone 22,3 puntos porcentuales más que en la actualidad. Los asalariados con contrato indefinido serían los que tendrían más margen para aumentar su potencial de teletrabajo, hasta en un 31 % frente al 5 % observado.
La mayoría de los colectivos analizados tendrían margen de mejora pero las ocupaciones cualificadas son las que tienen un mayor número potencial de teletrabajadores, hasta llegar al 60 %. Estos sectores cualificados serían el de los técnicos y profesionales científicos e intelectuales, los directores y gerentes, los empleados contables, los administrativos y otros empleados de oficina.
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También las actividades inmobiliarias y las del transporte y almacenamiento o las del suministro de energía, donde el trabajo a domicilio es casi inexistente, tendrían un potencial de mejora muy elevado.
Los mayores de 65 años tendrían un elevado margen de mejora en el teletrabajo, y prácticamente la mitad de este colectivo podría pasar a trabajar de forma no presencial, al tiempo que los menores de 24 años podrían incrementar el uso del teletrabajo en 20 puntos porcentuales.
El Banco de España basa su informe en la Encuesta de Población Activa y señala que el porcentaje de ocupados en 2019 que trabajó ocasionalmente desde su residencia ascendió al 8,4 %, lo que representó un crecimiento de 2,4 puntos porcentuales desde 2009.
La entidad afirma que la emergencia sanitaria derivada del COVID-19 ha obligado a muchas empresas a adoptar de forma excepcional y apresurada el teletrabajo pero incide en que más allá del teletrabajo como una solución para amortiguar los efectos negativos de una situación de confinamiento como la actual, existen estudios que muestran otras características vinculadas a la productividad.
"En la actual fase de desescalada el teletrabajo puede ayudar a un retorno progresivo a los puestos de trabajo que haga compatible la actividad con el mantenimiento de la distancia de seguridad y limitar la posibilidad de rebrotes", señala el informe.
Empresas de más de 50 trabajadores
Por tamaño de la empresa, las superiores a los 50 trabajadores son las que más podrían aumentar la parte de trabajo remoto y entre los sectores de actividad que tendrían más potencial están las actividades financieras y de seguros y de la información y las comunicaciones, que podrían aumentar el teletrabajo el doble. Las comunidades autónomas con mayor margen serían; la Comunidad de Madrid, que podría aumentar el teletrabajo en 28 puntos porcentuales, el País Vasco (26 pp) y Cataluña (25 pp).
El lado negativo: los efectos en la salud
El Banco de España señala que por lo general quienes trabajan a distancia valoran especialmente la flexibilidad pero destacan como aspectos negativos cierta falta de comunicación con colaboradores, la sensación de trabajar en solitario y la mayor dificultad para desconectar del trabajo. Algunos análisis han puesto de manifiesto inconvenientes como la mayor propensión a padecer estrés o depresión, por lo que abogan por favorecer el teletrabajo pero no de forma continuada.
Por último, en los países del norte de Europa, existe un mayor arraigo del teletrabajo, mientras que en los del sur y del este, esta práctica se utiliza con menos frecuencia. En 2018 (último año para el que se dispone de información homogénea) en los Países Bajos y en Suecia más del 30 % del total de trabajadores desarrollaron su actividad laboral a distancia, al tiempo que esta modalidad fue prácticamente inexistente en Chipre, Bulgaria o Rumanía. España se situó por debajo de la media europea, con un 7,5 %, muy distanciada de países del entorno como Francia (20,8 %) o Alemania (11,6 %).