Hay pocas bebidas que puedan presumir de tener su propio estribillo: "Ron, ron, ron, la botella de ron", el himno pirata por excelencia indisolublemente asociado a este espirituoso. Si hay una bebida que suene es el ron. Su propio nombre gotea alborozo, transportándote a una hermosa noche de verano, a celebrar la vida o al "gran bullicio" (expresión de la que proviene su nombre) de una reunión con la gente que amas. La simbología ha jalonado la historia del ron, trufada de conquistas, batallas y acontecimiento sociopolíticos.

En el imaginario colectivo, este espirituoso ha estado asociado a corsarios y piratas que surcaban los mares del Caribe, sin embargo, los que más consumían esta bebida era la población local. Los orígenes de este humilde espirituoso están ligados a la materia prima de la que se obtiene, la caña de azúcar. Contraria a la creencia popular, esta planta no procede del continente americano, sino que es nativa del sur de Asia, muy probablemente del subcontinente indio.

El ron se elabora exclusivamente a partir la fermentación alcohólica y destilación de la melaza o jarabe obtenidos de la caña de azúcar o directamente del jugo de ésta.

El método para destilar el ron varía en función del elaborador, aunque hoy en día es más frecuente la destilación en columnas que otros métodos como el alambique. El grado alcohólico mínimo del ron es del 37,5 % vol. Su aroma proviene en exclusiva de las materias primas utilizadas, sin añadidura de aromatizante alguno.

Dependiendo de su tiempo de envejecimiento y de los complejos cambios que experimenta el espirituoso en el proceso, existen tres tipos de ron: "blanco", en el que hay ausencia de color pues termina su producción sin ser envejecido; "añejo", como se llama al que envejece más de un año y "viejo", que es como se denomina al que envejece más de tres años. Potencia el sabor de las carnes por su tostado y su ahumado y es el maridaje perfecto de chocolates amargos.

En los últimos años, se ha notado un incremento por degustar el ron de una forma individual para ser potenciado como bebida y poder así apreciar todos sus matices y aromas.

1. El mejor espacio para valorar el ron es uno luminoso, con colores neutros y sin olores fuertes. Nada parecido a un abarrotado barco pirata lleno de lobos de mar sin ducharse durante semanas. Lo ideal es que el ron este a temperatura ambiente.

2. Sin duda, los piratas tuvieron buen ojo para utilizar el ron en sus interminables viajes, el mismo que necesitarás en esta cata para apreciar los matices de color que conviven en el ron y que varían desde el color casi transparente, pasando por el ámbar hasta los colores más oscuros, canela o caoba. Su color tiende a ser más oscuro cuanto más añejo es y más tiempo ha pasado en barricas de roble. Girando el contenido dentro de la copa, el ron crea lagrimas (igual que las que se te caerán a ti cuando lo pruebes) que nos indican la densidad y untuosidad del ron. Si la lágrima se desliza lentamente, nos indica que el ron es más añejo.

3. La mejor manera de oler el ron es a una distancia prudencial, sin meter la nariz en la copa, haciendo aspiraciones cortas para evitar que el alcohol afecte a la pituitaria. Los aromas provienen sobre todo de su envejecimiento, del cuero, las almendras, el café y las maderas de las barricas

4. Da un pequeño sorbo (no como Jack Sparrow en Piratas del Caribe, que bebe cantidades ingentes), permitiendo que el ron de una vuelta en la boca. Déjalo reposar unos instantes antes de tragarlo. Apreciarás que el ron tiene sabores especiados, recuerdos a vainilla, caramelo, canela o ciruela.

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