Mila Ximénez ha sido la segunda concursante de ‘GH VIP 7’ en someterse a la 'Curva de la vida’. Una curva que como ella misma ha explicado, está llena de subidas y bajadas muy bruscas “Tú lo conoces muy bien, pero sabes que la han marcado tres o cuatro situaciones, momentos muy altos o muy bajos, momentos intermedios he tenido pocos”. La vida de Mila Ximénez ha estado marcada siempre por el amor, el amor de pareja y sobre todo, el amor hacía su hija que le ha hecho levantarse una y otra vez.
Mila recuerda con mucho cariño su infancia “He tenido una infancia bonita, soy la pequeña de cuatro hermanos. Con una madre dedicada a nosotros y un padre que trabajó mucho para que tuviéramos de todo y tener una buena pensión, algo que no sucedió por la enfermedad de mi madre…”. Sin embargo, con tan solo 18 años conoció al que ella creía que era el hombre de su vida y todo cambió: “Con 18 conozco al primer amor de mi vida, fue una relación complicada porque no era una persona libre y yo era muy jovencita. Tuve muchos problemas, pero seguimos adelante porque estábamos enamorados y nos queríamos… Una niña que conoce al hombre de su vida, viajamos, era médico, nos vinimos a Madrid… Una noche me doy cuenta de que esta relación era una tortura y empiezo a tener picos de bajada. Yo no tenía dónde ir, él era mi casa, mi hogar y mi futuro… Algo pasó una noche que hizo que mi mundo se viniera hasta aquí, hasta el infierno… Todo lo que había soñado y vivido fue una pérdida de tiempo… parte de lo que pasó esa noche tiene que ver el padre de Alba y a partir de aquí empezó a subirme, subirme… No quiero hablar de él, pero estuvo muy bien…”.
“Sé que fue un matrimonio a la ligera, él venía de una relación rota que no superó, yo venía de una relación que fue un infierno y nos juntamos dos personas que queríamos convivir, pero creo que ninguno de los dos estábamos preparado para eso… Yo no había vivido nada y cometí el error de quererlo vivir todo con él… Me sentí libre como un pájaro, él me dejaba libertad, pero utilicé esa libertad mal gestionada…”, así empezaba a recordar con cierto cariño su matrimonio con el tenista Manolo Santana.
Mila estaba disfrutando de uno de los mejores momentos de su vida “Con el nacimiento de Alba me subí al cielo más infinito. Pensé que había acertado y me dedique en cuerpo y alma a ella, y a su padre”, pero nada es eterno. “Voy bajando escalones, escalones… Hasta que llegamos a separarnos y esa separación me llevó al punto de partida otra vez… Perdí el timón de mi vida, tuve que renunciar a la persona que más quería en mi vida y pensé “me he vuelto a equivocar”.
“Fueron años muy difíciles, muchos años, fueron casi diez años… Me propuse seguir adelante para conseguir lo único que me importaba… Empecé a subir poco a poco, me fui a vivir con mi hermana a Granada… Tenía casa no tenía problemas… No lo recuerdo bien, sé que viví en Granada, en la Moraleja… y en otras casas que me iban dejando… No fui feliz en ningún momento…”, así ha comenzado Mila Ximénez a explicar cómo vivió los diez peores años de su vida. Unos años en los que ella no se importaba, pero que superó porque tenía un único objetivo “Vivir yo no, pero tenía que demostrarle a la persona que yo más quería en el mundo de que yo era capaz porque no se lo había demostrado hasta entonces… Me había dejado llevar y tenía que demostrárselo”.
Mila Ximénez tiene claro que su hija Alba siempre ha sido su motor y su única razón para seguir adelante ya que sin ella “Probablemente yo no estaría aquí, no porque me hubiera autolesionado, sino porque la vida no me habría dejado llegar hasta aquí… Mi primera relación me hizo muchísimo daño y el padre de Alba, también”. Eso sí, le consuela que aunque sin ella, Alba fue feliz: “Yo salvé la niñez de mi hija que ella lo recuerda con mucha felicidad, con mucha paz… y eso me compensa, lo volvería a hacer… Ana siempre se preocupó de que yo siempre estuviera presente en la vida de Alba… Me iba a la Puerta del Sol y vendía plata, pieles… Alba se dio cuenta de que las cosas no iban bien porque le regalé un CD que se regala gratis con el cuento de Celia”.
La última y definitiva curva ascendente de la colaboradora comenzó con una llamada de teléfono: “Apareció ‘Aquí hay tomate’, de Raúl Prieto, que fue el salvador de mi vida… Y de repente empezó a subir con el trabajo muchísimo y empecé a estar otra vez bien. Estaba en ‘Crónicas Marcianas’, empiezo a subir y se mueren mis padres con 8 meses de diferencia cada uno. Me pregunto por qué no han podido tener lo mejor de mi vida… El pico de mi vida más alto es cuando nacen Alexander y Victoria, nunca pensé que podía ser tan feliz y tener a gente que me quisiera, y me llamaron abuela. La felicidad era completa y te vas a enfadar conmigo porque me pregunto si era tan feliz porque me estoy ahogando como lo estoy haciendo”.
Aunque ha terminado poniéndole un punto de cordura y viendo algo de luz al final de lo que ella considera “un infierno”, Mila Ximénez se ha roto y se ha vuelto a arrepentir de haber entrado en la casa de ‘GH VIP 7’: “Si todo estaba bien, tenía trabajo, tenía mis cosas… ¿Por qué estoy aquí?”.