Una fiesta en la que reinaba el buen rollo ha sido más que suficiente para que Miguel y Adara 'echen pelillos a la mar' y olviden (al menos por una noche) la rivalidad que tienen por conquistar el corazón del genéticamente perfecto. Una vuelta por aquí, un giro por allá, una sonrisa con tarareo incluido... ¡si no lo vemos no lo creemos!