Muy cerca del corazón cerealista de Castilla y León, a caballo entre Burgos y Palencia, hay una tierra vertebrada por el río Arlanza en la que los viñedos salpican su ondulado paisaje. Una comarca que es la cuna de los vinos de la denominación de origen Arlanza, unos caldos con un marcado carácter propio que buscan su espacio en un sector muy competitivo donde lo bueno no sólo está en la D.O. Rioja y en la D.O. Ribera del Duero.
La historia de la ribera del Arlanza dice que ya en el siglo XII se trabajaba la uva en esa tierra. Desde Santo Domingo de Silos hasta Palenzuela pasando por Covarrubias o Lerma los habitantes de esa zona han elaborado su propio vino desde hace cientos de años. A pesar de ello, la enfermedad de la filoxera primero y la inmigración después amenazaron con eliminar todo rastro de viñedos de aquella comarca. Tanto es así que en 1995 un grupo de amantes del vino decidió tomar cartas en el asunto para revertir la situación, mantener y recuperar la tradición vitícola del Arlanza. Tal fue su empeño que una década después, en 2007, nació la Denominación de Origen.
El marcado carácter de los vinos de Arlanza viene determinado sin duda por las particulares condiciones en las que crecen sus viñedos. La orografía del terreno hace que la diversidad de suelos permita combinar diferentes tipos de uvas, mientras que la altitud a la que se encuentran las propias plantaciones, entre los 700 y los 1200 metros sobre el nivel del mar, hace que las condiciones climatológicas sean rigurosas en invierno y no demasiado calurosas en verano, criando así unas uvas que se suelen vendimiar en el mes de octubre, más tarde que en otras zonas. Todo ello confluye en unos caldos intensos, con un aroma marcado y un sabor agradable al paladar.
Además de por la marcada personalidad de sus vinos, la D.O. Arlanza destaca por una interesante relación calidad precio. Las 27 bodegas que forman parte de la denominación apuestan por mantener unos precios competitivos que hacen sus vinos atractivos para el público no sólo por la calidad de los mismos. De hecho, cabe recordar que la añada del pasado 2023 ha sido calificada de excelente por los expertos del sector.
En cualquier caso, dentro del universo de caldos que cohabitan en la D.O. Arlanza hemos destacado algunos de los que gozan de más prestigio entre los amantes del vino. Uno de ellos, quizá el más conocido de la denominación castellana, es el Gran Lerma reserva de 2016. Este tinto, que se puede encontrar por poco más de 20 euros, está hecho con uva tempranillo procedente de viñedos que cuentan con más de 90 años. De sabor profundo y equilibrado, tiene un color granate intenso.
Por otra parte está el Boticario de Silos de 2021. Un vino blanco procedente de los viñedos de uvas de las variedades albillo y viura que Bodegas Septién tiene en Las Mamblas burgalesas. De sabor ligero, tiene una buena acidez con un final seco.
Otro vino blanco que está recogiendo buenas críticas por parte del público es el Colina Triste. Denominado así por la película ‘El Bueno, el feo y el malo’, que se grabó en esta zona de la provincia de Burgos, es un caldo alejado de las concepciones habituales. Procedente de uvas criadas a mucha altitud, tanto su presentación como su sabor y su precio (alrededor de 12 euros) están captando muchos adeptos.
Por último no podemos dejar de lado El Temido, un tinto de 2014. Aunque su precio se acerca a los 30 euros, es una apuesta segura. De aromas afrutados, tiene un sabor muy equilibrado, que deja un buen recuerdo al final de la boca. Al fin y al cabo, en los vinos, como en la vida, muchas veces se trata de dejar un buen recuerdo.
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