Lo esperable de un local que se califique de 'secreto', es que deje de serlo en cuestión de poco tiempo. Las redes sociales se han especializado en descubrir todo tipo de destinos, turísticos o gastronómicos que supuestamente nadie conoce. Sin embargo, en Madrid hay un restaurante secreto que consigue mantener el misterio desde su apertura en verano de 2024. Se trata del último proyecto del chef Javier Bonet (creador del exitoso Sala de Despiece) que te sitúa entre la distopía y un viaje al pasado. Si cruzas su puerta, disfrutarás de un menú excepcional, pero la experiencia va mucho más allá.
Sala Cero es el nombre del restaurante que capitanea Bonet y que se ubica en el Barrio de Salamanca, en la concurrida calle de Ayala 27. Sabiendo esto deberíamos pensar en un local perfectamente reconocible si pasa por delante. Pero la puerta de Sala Cero parece la de un almacén o un garaje, nada que te haga pensar en lo que hay al otro lado de la puerta. Hasta aquí podría ser algo gracioso, pero en la era de las redes sociales lo esperable es que hubieras podido ver fotos del interior hasta en la sopa. Y aquí llega la segunda clave del misterio: al entrar te informan de que podrás hacer fotos, pero no compartirlas públicamente. Dicho y hecho: vas, disfrutas de la experiencia y si quieres inmortalizar el momento, perfecto. Pero lo que pasa en Sala Cero, allí se queda.
Sala Cero es un concepto al que no se puede quedar indiferente. Una vez que entras, entiendes que la experiencia va a ser integral y sin ningún parecido a lo que hayas visto hasta ese momento. La estética minimalista y futurista se asemeja a la de una cámara frigorífica, donde impera la estética industrial, con el acero como material principal. El local se divide en dos plantas y recuerda a un matadero.
En la planta principal se encuentra el comedor, en el que los comensales, un máximo de 45, se sientan en los taburetes de una barra desde la que ves trabajar a los cocineros. La idea es que puedas interactuar con ellos y con el resto de comensales, porque todos sois parte de la misma experiencia. En la planta de abajo puedes tomar un cóctel, con el asesoramiento de Juan Valls y Amarguería, y acudir a sus máquinas de vending y conseguir un combinado, un chupito o una cerveza. Aquí la cosa puede alargarse hasta la madrugada con la música de un Dj de fondo.
Que no te quepa ninguna duda: vas a comer muy muy bien. La materia prima con la que trabajan es de primerísima calidad y la elaboración de la misma una sorpresa para tu paladar. La carta (sí, es secreta también) varía y la recomendación es que no lleves ideas preconcebidas de los platos, porque nada será como imaginas. Lo único asegurado es que no falta el vacuno de Ávila y su chuletón cenital, el rolex o la alcachofa con caviar. Siempre productos frescos de proximidad que se sirven como nunca antes habías visto. Como no se desvelará el misterio en Instagram, nada como ir a descubrirlo por ti mismo.
Suscríbete a la newsletter de Gastro y te contamos las noticias en tu mail.