La Coca-Cola es uno de los refrescos más conocidos y consumidos a nivel mundial y se presenta de distintas maneras: en lata, en botellín de vidrio, en botella de plástico… Algunas personas la prefieren sola y otras la toman con hielo y una rodaja de limón. Sin embargo, existe un lugar en Nueva York en el que servir una Coca-Cola no es tan sencillo como abrir un recipiente con dicho producto u ofrecerla desde un grifo automático, como se puede ver en muchos restaurantes de comida rápida.
Lexington Candy Shop (esquina del 1.226 de Lexington Avenue con 83 Street, Nueva York) es un establecimiento que abrió sus puertas en 1925, en la zona del Upper East Side y cerca del Museo Metropolitano de Arte de la ciudad. Uno de los detalles por los que figura en muchas listas de lugares que tienes que visitar en Nueva York es que allí todavía se preparan los refrescos como hace un siglo. “No voy a pulsar un botón y sale de un grifo”, declaró John Philis, dueño del local y nieto de su fundador, en un reportaje para un canal de televisión local.
El propietario del bar explicó que siguen apostando por un proceso más laborioso: “Bombeamos el jarabe a mano y luego lo mezclamos con agua carbonatada con una cuchara y creamos Coca-Cola para ti, tal y como se hubiera hecho en 1925 o en 1940”. Además, se suele añadir una bola de helado de vainilla al vaso. Este método tradicional es en parte responsable de que el negocio se haya hecho viral en las redes sociales en múltiples ocasiones y de que a veces se formen largas colas en su exterior.
Entrar en Lexington Candy Shop es hacer un viaje en el tiempo, como explica su propia página web: “Es el único recordatorio de la ciudad de Nueva York de una época pasada en la que las fuentes de soda y los 'luncheonettes' (pequeños restaurantes similares a los clásicos diners americanos) eran elementos fijos en todos los barrios”. El local mantiene los tradicionales dispensadores de refrescos, también llamados fuentes de soda, que triunfaron en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX, antes de la popularización de los restaurantes de comida rápida.
La Coca-Cola hecha de manera tradicional no es la única bebida de estilo vintage que se puede probar en el establecimiento. Allí también sirven 'egg cream' o nata de huevo, una bebida especialmente conocida en Nueva York y que no se embotella. Solo se puede elaborar con una fuente de soda para lograr un sabor fresco y su reconocible espuma. Pese a su nombre, no lleva huevo ni nata, sino que se prepara mezclando leche entera, agua carbonatada y sirope de chocolate.
Soterios Philis fue un hombre de origen griego que abrió Lexington Candy Shop en 1925. En sus inicios, su idea de negocio también incluía la venta de chocolates caseros que se producían en el local. Sin embargo, la familia decidió dejar de ofrecer este servicio en 1948 y optó por centrarse al 100 % en su servicio como bar y restaurante. Aun así, siempre ha conservado el nombre con esa referencia a los dulces.
Aunque queda claro que es un lugar de peregrinaje para los amantes de lo vintage, los diners, los refrescos y los batidos clásicos, su menú ha ido adaptándose con el paso del tiempo. John Philis, nieto de Soterios y propietario del establecimiento, explicó que habían dejado de ofrecer, por ejemplo, sándwiches de embutidos como mortadela o salami: “Esos productos ya no se venden en esta zona”.
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