Ya sean cremosos, espesos, de verduras, de frutas… los smoothies sientan bien cualquier día y a cualquier hora. Se trata de una bebida espesa con una consistencia similar a un batido que normalmente se hace en una licuadora y que lleva frutas o verduras, así como un líquido añadido como zumo frutas, de verduras, yogur, leche, alguna bebida vegetal e incluso vino tinto.
Los smoothies se compone de tres partes: algún tipo de líquido, conocido como la 'base', una variedad de frutas y/o verduras y hielo. Si se utilizan frutas o verduras congeladas, no es necesario el hielo. La textura espesa en un smoothie generalmente está determinada por la proporción de líquidos y sólidos, es decir para un resultado más grueso se puede reducir la cantidad de líquido añadido o, por el contrario, aumentar la cantidad de frutas o verduras añadidas para un efecto más ligero.
Son fáciles de preparar en casa, sin la necesidad imperiosa de tirar de una receta específica, solo hay que animarse a experimentar y probar combinaciones frescas y naturales recién elaboradas. El vino tinto que quedó de la cena de la noche anterior es perfecto para hacer un smoothie diferente y sofisticado.
Un smoothie de vino tinto es algo diferente, refrescante y sorprendente que además combina a la perfección con una tarta de chocolate o de queso con frutos rojo. Se puede servir como cóctel o de bebida de sobremesa para compartir en con amigos o en pareja. Tiene una materia prima digna de los dioses como es el vino tinto con cuerp0, una bebida con y personalidad. Le incorporaremos unos frutos rojos para darle intensidad y dulzor. Con un poco de hielo o congelando el vino previamente tendremos lista la bebida definitiva para conquistar a los invitados. ¿Te atreves a un smoothie de vino tinto?
Ingredientes
Paso a paso
La base de esta bebida es el vino tinto, lo mejor es seleccionar una variedad donde predominen las uvas dulces y suaves, evitando los vinos más secos. Apuesta por lo seguro con un tradicional Chardonnay, muy famoso por sus notas de pera y manzana, o bien, otro clásico que es el Sauvignon Blanc, popular por su infinita frescura y toques cítricos. También se puede utilizar vino blanco, obteniendo sabores más sutiles y refrescantes al paladar que además también combinan a la perfección con los frutos rojos.
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