La cocina es un arte lleno de matices y detalles. Aunque algunos pasos pueden parecer sencillos, a menudo cometemos errores sin darnos cuenta, lo que afecta tanto el sabor como la textura de nuestras comidas. Te contamos algunos de los errores más comunes que muchos cocineros cometen en la cocina y que, sorprendentemente, podrían estar afectando a tus platos de formas que no eras consciente. ¿Cuáles son esos errores?
En muchos hogares es habitual cocinar una gran cantidad de alimentos al mismo tiempo, lo que hace que tendamos a sobrecargar la sartén. Esta acción baja la temperatura de la misma y hace que los ingredientes se cocinen de manera desigual. Esto ocurre especialmente con carnes y verduras, donde en lugar de dorarse, los alimentos terminan cocidos al vapor debido al exceso de humedad. Lo ideal es cocinar en tandas para permitir que cada ingrediente tenga el espacio necesario y el contacto adecuado con la superficie caliente, asegurandose de esta forma de que estén todos bien cocinados.
Guardar alimentos en bolsas de plástico es una práctica habitual, pero no siempre supone la mejor opción para mantener la frescura y seguridad de los alimentos. Las bolsas de plástico no son ideales para todos los alimentos, ya que no permiten la correcta circulación de aire y pueden acelerar la descomposición, especialmente en productos frescos como frutas y verduras. Además, los microplásticos y los alimentos deberían estar separados, con lo que puede ser una alternativa muy mala para tu salud a medio y largo plazo. Una mejor alternativa es utilizar recipientes herméticos reutilizables o bolsas de silicona que ayuden a mantener la frescura y evitar la acumulación de humedad.
La sal es un potenciador de sabor esencial, y añadirla solo al final del proceso de cocinado puede hacer que los sabores no se integren de la manera adecuada. Es mejor ir añadiendo sal durante diferentes etapas del cocinado. Esto permite que los ingredientes absorban gradualmente el sabor y pone más fácil aquello de conseguir un plato más equilibrado. Esto es especialmente importante en sopas, guisos y platos con múltiples capas de ingredientes.
Uno de los mitos más comunes en la cocina es que hay que esperar a que la comida se enfríe completamente antes de refrigerarla en la nevera, con el objetivo de evitar que el calor afecte a otros alimentos en el refrigerador, pero también para evitar que el electrodoméstico sufra un estrés innecesario al tener que equilibrar el cambio de temperatura por culpa de la comida caliente. Sin embargo, dejar alimentos calientes fuera del refrigerador durante demasiado tiempo puede fomentar el crecimiento de bacterias. La mejor práctica es dejar que los alimentos se enfríen un poco (hasta que estén tibios), pero no completamente, y luego transferirlos al refrigerador para minimizar el riesgo de contaminación.
Cortar la carne justo después de sacarla del calor es un error que puede echar por tierra casi cualquier esfuerzo por cocinar una buena comida. Cuando la carne se cocina, los jugos se concentran en el centro. Si cortamos la carne de inmediato, los jugos se escapan y se pierde la oportunidad de mantener la carne jugosa y llena de sabor. Lo ideal es dejar que la carne repose unos minutos antes de cortarla, lo que permite que los jugos se redistribuyan por toda la pieza, proporcionando un resultado más tierno y sabroso.
Descongelar alimentos a temperatura ambiente, como cuando se dejan en la encimera de la cocina, puede parecer la mejor opción, pero en realidad es una práctica poco segura. A medida que los alimentos se descongelan, pasan demasiado tiempo en la "zona de peligro" de temperatura (entre 4 °C y 60 °C), en la que las bacterias pueden multiplicarse más rápidamente. Además, el exceso de agua que sueltan los alimentos congelados al cambiar de temperatura es el caldo de cultivo perfecto para la flora microbiana. En su lugar, se recomienda descongelar los alimentos en la nevera, en agua fría o en el microondas, dependiendo del tiempo que cada uno tenga disponible.
Colocar la leche en la puerta del refrigerador es un error muy común. La puerta es la parte más cálida del refrigerador debido a la apertura frecuente de la misma, lo que hace que la leche se descomponga más rápido. En su lugar, la leche debe almacenarse en los estantes interiores del aparato, en los que la temperatura es más estable y fría, prolongando así su vida útil tras la apertura del cartón.
Estos errores son fáciles de cometer, pero también son sencillos de evitar una vez que se conocen los trucos correctos. Corrigiendo estos hábitos, puedes llevar tus habilidades culinarias al siguiente nivel y asegurarte de que cada comida sea más deliciosa, sana y más equilibrada.
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