Cada ciudad tiene sus puntos fuertes y en muchas ocasiones la gastronomía es uno de ellos. Hay platos que hacen que un lugar sea recordado, recetas que les distinguen y que después se extienden a otras ciudades para que todos podamos disfrutarlas igualmente, pero también hay tradiciones que ya se han extendido y son de todos, como sucede con el tapeo, algo habitual en casi todos los lugares de España. 

Son muchas las ciudades que han convertido su cultura de tapas en seña de identidad, esto es algo que sucede en Granada, donde esta tradición ha pasado a ser parte de la ciudad, ahora quienes la visitan esperan poder disfrutar de la Alhambra, de las vistas, del ambiente… y también de unas buenas tapas que acompañen a su bebida en los momentos en los que necesitan recuperar un poco de energía tras un agotador día de turismo. 

El nivel de la tapa también varía en función del local, desde las clásicas patatas fritas o encurtidos a otras opciones mucho más elaboradas y que ayudan a llenar un poco más el estómago. Tapas variadas que consiguen solo con su presencia convencer al visitante de que ese es el establecimiento en el que se tiene que quedar, porque ese pincho, ración o aperitivo merece la pena ser probado, disfrutado y en algunas ocasiones también conseguir ese primer puesto en nuestra lista de preferidos. 

Tendemos a pensar que en la capital nos esperan los mejores espectáculos, las mejores opciones y las más variadas, pero a pesar de lo que parezca a veces, hay vida más allá de Madrid, sobre todo si hablamos de tapas (la calle Laurel de Logroño es claro ejemplo de ello, entre otras muchas). Madrid está acostumbrado a convertirse en el centro del ocio y la gastronomía, porque aúna muchas opciones, pero si hablamos de un lugar que es imprescindible para los amantes de las tapas, Salamanca no puede faltar en la lista. 

Además de por su historia, Salamanca siempre ha sido conocida por ser una ciudad de universitarios, lo que la convierte en lugar imprescindible si lo que se busca es diversión. Para muchos esto implica discotecas y bailes, pero para muchos otros la clave está en la buena cocina y la compañía. Ambas cosas son compatibles en esta ciudad, que está más que dispuesta a acoger al visitante y proponerle la mejor forma de disfrutar, sean cuales sean sus preferencias. Los amantes de la buena comida y las tapas no pueden marcharse sin disfrutar de la calle Van Dyke. 

No son pocas las ocasiones en las que los profesionales han considerado a esta calle como una de las mejores para disfrutar de una buena ruta de tapas. A pocos minutos del Casco Histórico, la calle Van Dyke destaca no solo por todo lo referente a la alimentación, también porque es un rincón donde se crea un ambiente ideal, amable y divertido, en el que las terrazas al aire libre proliferan, se convierten en el principal atractivo en los días en los que el clima lo permite. No son pocas entre las opciones a escoger, casi tantas como la variedad de tapas que se ponen a disposición del visitante.

Salamanca se convierte por sus propios méritos en uno de esos lugares imprescindibles para los amantes de la gastronomía en general y de las tapas en particular, porque además de esta destacada calle, la oferta se amplía a zonas aledañas, así como a la Plaza Mayor. 

Quienes vayan a la calle Van Dyke de tapas tienen que saber que tienen una amplia oferta para escoger, pero que la carne es una de las grandes protagonistas, sobre todo el cerdo, ya sea en forma de jamón ibérico, costilla, lomo o panceta. No falta el chorizo o la jeta, pero también otros imprescindibles de todas las zonas de tapas, como son las tortillas, las croquetas, las patatas en salsas variadas o las tostas para todos los gustos. 

Esta zona de la ciudad parece pensada para los estudiantes, que responden acudiendo a disfrutar de sus precios y sus opciones, pero sobre todo de sus cantidades. Destacan rincones míticos como el Café de Chinitas, La Fresa, el bar El Minutejo, El Churrasco o el Mesón Los Faroles. No exactamente en la calle, sino en la zona cercana, también destacan locales como Grand Central o el bar Rufo’s. 

Rincones clásicos y un poco más modernos donde se puede disfrutar de una gran variedad de platos, entre los que no faltan las clásicas parrillas de verduras y ensaladas frescas, raciones de callos o cocochas de bacalao. Una parte importante del turismo también es disfrutar de estos pequeños placeres que ciudades como Salamanca esconden entre sus calles.