¿Por qué está de moda el whisky japonés en España?
El whisky no llegó a Japón hasta 1854 de mano de los estadounidenses con la firma del Tratado de Kanagawa
Quisieron destilar su propio whisky y para ello enviaron a Masataka Taketsuru a Escocia para conocer cómo se elaboraba
A principios de siglo comenzó su éxito internacional, sobre todo tras la cinta 'Lost in Translation'
Me teníais muy ubicado en temas de vinos, pero aquí he venido a darle a cualquier estado líquido que tenga alcohol. Bueno y, si un día me lo plantean, al agua con gas, que ahí hay mucho que comentar. Mientras tanto, me asomo a vuestras pantallas con whisky que encima no es escocés, nanay, y es que nos vamos de viaje al país del sol naciente. Sí, el asunto versará sobre whiskies japoneses.
Japón ya es una nación totalmente asociada al whisky, a tal punto de que solo algún despistado puede sorprenderse al respecto. Pero ¿por qué le dio a esta gente por esta bebida? Porque lo que sí hay que decir es que el whisky japonés nace a imagen y semejanza del escocés.
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Entonces ¿de dónde viene esta conexión? Desde luego no estamos ante una bebida tradicional japonesa, ese lugar lo ocupa un fermentado de arroz que no es otro que el sake.
El primer trago de whisky en Japón
El whisky era tan ajeno a la tradición nipona que hasta podemos fechar la primera vez que se bebió un trago de scotch en esta nación insular: fue el 31 de marzo de 1854. Ese fue el día en el que se firma el Tratado de Kanagawa por el que Japón, en un contexto de amenaza bélica norteamericana, abrió al comercio con Estados Unidos varios de sus puertos marítimos.
El representante estadounidense, el Comodoro Matthew Perry (sí, se llama como el actor de 'Friends') ofreció un banquete en su barco para celebrar el acuerdo en cuyo maridaje se incluyeron whiskies escoceses, y además se obsequió al gobierno japones con otros tantos 110 galones (417 litros) de este espirituoso.
Con esta apertura comercial comenzaron a aparecer en Japón productos occidentales y el whisky fue uno de sus mayores objetos de deseo, pero la carga impositiva que empezaron a sufrir estas botellas provocó que fuera demasiado oneroso importarlo, por lo que los japoneses que, la verdad, son un pueblo con una gran determinación, decidieron destilar su propio whisky.
Destilar su propio whisky
Los primeros resultados fueron horrorosos, si es que no se puede tocar de oídas, era necesario enviar a alguien a Escocia para que aprendiera a elaborar ese brebaje gaijin. Ese elegido fue Masataka Taketsuru, un bodeguero de sake de Hiroshima que acabó trabajando en una destilería japonesa que le expatrió a Escocia en 1918. Fue tal su integración con el medio que dos años después, en 1920, contrajo matrimonio con una escocesa llamada Rita Cowan. Vamos que el Sr. Taketsuru vuelve casado a Japón, justo cuando la empresa de la que era empleado decide abandonar su proyecto de whisky occidental.
Nuestro protagonista tiene que buscarse la vida, aunque con su bagaje y nuevos conocimientos no parece costarle, ya que acaba trabajando para Shinjiro Torii, aquí la empresa sí tiene proyección, pues acaba fundando en 1923 la destilería Yamazaki (esto ya os empieza a sonar, ¿no?), pero se toman su tiempo porque hasta 1929 no lanzan Suntory (un naming que mezcla, a la anglosajona, la palabra sol y el apellido del dueño: SunTorii).
Desgraciadamente, o no, luego vemos, este binomio no dura mucho al ser Torii un empresario al uso, focalizado en la cuenta de resultados, y Taketsuru un artesano fascinado por las nigromancias escocesas. Al estar uno focalizado en la rentabilidad y el otro en la calidad, este último acaba dimitiendo para fundar nada menos que Nikka en la isla de Hokkaido. La ubicación responde a que en esta isla cree encontrar unas condiciones climáticas parecidas a las escocesas.
Bien, ya tenemos planteado el escenario, dado que estas son las dos marcas que inician la historia del whisky en Japón, estando bien vigentes, ya que siguen siendo sus grandes estandartes.
Éxito internacional
El resto, por aligerar, es éxito total, siempre dentro del consumo interno, hasta la década de los 80 que entran en crisis para, a principios de este siglo, tanto Suntory como Nikka pasan, por primera vez, al primer plano internacional gracias a éxitos entre la crítica especializada internacional que ya llevaba tiempo echándoles el ojo. Por cierto, sabed que esta crítica no es una leyenda urbana o cuñadez, también valora muy bien a nuestro DYC.
Pero lo definitivo suele ser inesperado y ahí nos encontramos con el impacto que tuvo en la cultura popular la película 'Lost in Translation' en donde unos se fijarían en Scarlett Johansson, pero otros lo hicimos en el Hibiki 17 años de Suntory que anunciaba el personaje interpretado por Bill Murray.
Este protagonismo cinematográfico les supuso un incremento de ventas salvaje, pero esperad, que no he acabado, y es que además en los años posteriores, por lo que sea, a las destilerías japonesas les dio por hacer campaña de un cocktail llamado 'highball' (básicamente whisky, agua con gas, hielo y una rodaja de limón) para el que lo ideal es utilizar whiskies jóvenes.
Por tanto tenemos que, entre unas cosas y otras, unos están bebiendo sus whiskies reserva y otros esquilmando el menos criado, todo ello viniendo de un contexto de bajo consumo y, por tanto, como es normal, producción dimensionada al respecto.
¿Lo veis venir?
Sí, este encadenamiento de sucesos tan positivos como inesperados ha provocado que los grandes productores se hayan quedado sin existencias de sus whiskies de reserva, de una manera increíble no tuvieron la previsión de irlos reponiendo, lo que ha desembocado en que los grandes hayan dejado de producir sus iconos.
Tener tanto éxito y tan poca planificación que te ves obligado a dejar de hacer tus mejores productos.
Todo esto ha generado un mercado especulativo de estos grandes whiskies japoneses realmente impactante. Por ejemplo, una botella superviviente del mencionado Hibiki 17, que dejó de estar disponible en 2018, costando unos 200 euros, supera los 1.500 euros en la actualidad.
Whiskies gentrificados.
De todos modos, para vivir la 'japanese whisky experience' no hace falta carbonizar la tarjeta, que tanto Nikka como Suntory, al igual que otros muchos que se han ido sumando, siguen haciendo grandes botellas.
Ya solo os queda a vosotros probarlos.
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